El Tenerife amarga otra vez al Deportivo
Los canarios, con un sistema ultradefensivo, se llevan un punto de Riazor
Dos pasos adelante y uno atrás. Los fuegos artificiales de un sábado en Salamanca, por ejemplo, se transforman siete días después en un inofensivo crepitar de petardos. Así es el Deportivo, un conjunto cuya desconcertante trayectoria se a convertido en uno de los grandes misterios de esta extra a Liga. Ayer, los gallegos pudieron confirmar la afición del Tenerife a ensañarse con algunos equipos en concreto. Hace tiempo fue el Madrid y ahora es el Deportivo, al que el Tenerife expulsó de la Copa y ayer volvió a frustrar su enésimo intento de recuperación. Por Riazor apenas asomó ni rastro del fútbol deslumbrante ni de la maquinaria goleadora que brilló la pasada semana en el Helmántico. En el Deportivo sobró voluntad y faltó imaginación y puntería.Este Tenerife de Jupp Henyckes que se ha atravesado en el camino del Deportivo como una sombra de mal agüero es un equipo contradictorio. Como le sobra clase, hay momentos en que rezuma elegancia y detalles vistosos. Cuando uno ya se ha acostumbrado a esa imagen ]pulcra, surge otro equipo de espíritu indecentemente paleolítico. Entonces regresa Henyckes a los manuales más polvorientos para resucitar el marcaje al hombre en el más puro estilo Boskov. De ese modo, la existencia de César Gómez se reduce a convertirse en la pareja (le baile de Bebeto, aunque tenga que acompañar a éste a recoger el balón al círculo central. Con el marcador favorable, el Tenerife es una trinchera que escupe la pelota directamente al aire. Una propuesta indigna de un conjunto con futbolistas como Felipe, Robaina, Conte o Jokanovic, por decir cuatro.
Los problemas para el Deportivo comenzaron demasiado pronto, con la prematura lesión de Aldana, probablemente el futbolista más en forma del equipo. Entró Donato y se ensanchó la distancia entre la línea de creación y el área. Aunque su actitud fue siempre irreprochable, el Deportivo se empantanó poco a poco, vacilante en su juego y atascado entre el hormiguero en que convirtieron los canarios su territorio. Al Tenerife le salió todo a pedir de boca: sólo, necesitó pisar una vez el área.
Se adivinaba que al Deportivo le esperaba un martirio porque el Tenerife halló con el gol la coartada perfecta para perpretar definitivamente su vuelta a la caverna. El Deportivo se da de bruces ante los cerrojos defensivos hasta acabar perdiendo la paciencia. Con todo, los coruñeses reunieron méritos. Empató Manjarín en un formidable disparo y el balón siguió merodeando hasta el final por los tres palos de Ojeda. Hasta Mauro Silva, un jugador miedoso para el disparo, apuntó un par de veces sin fortuna. Pero César Gómez ya había aburrido a Bebeto y Ballesteros a Fran. El primitivismo se salió con la suya.
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