'El Mundo' y EL PAÍS
El editorial publicado por este diario el pasado 27 de enero sobre El Mundo, titulado Miente, manipula y difama, y la polémica desencadenada los días pasados entre ambos diarios ha promovido una serie de cartas y llamadas de teléfono de nuestros lectores que aplaudían el que este diario se hubiese decidido a responder por fin a las continuas provoca ciones lanzadas por El Mundo contra él. Alguno, sin embargo, se ha manifestado perplejo acerca de la oportunidad de romper el silencio contra los ataques de El Mundo, pensando que es inútil darle tanta importancia. Por último, un veterano lector madrileño de este diario, Francisco de Juan, se ha dirigido al Defensor del Lector para preguntar si es cierto -como ha denunciado El Mundo- que este diario ha manipulado unos textos para responder a Pedro J. Ramírez, que nos retaba el pasado día 28 a presentar "uno solo de mis más de mil artículos publicados cada do mingo a lo largo de 20 años en los diarios Abc, Diario 16 y El Mundo en el que aplaudiera, justificara o minimizara la guerra sucia".También el diario El Mundo acudió, desde sus columnas, al Defensor del Lector, el 30 de enero, pidiendo amparo contra lo que definía como una "zafia manipulación", mientras ponía al mismo tiempo en duda que el Defensor del Lector estuviese dispuesto a intervenir. Una duda inútil, porque yo mismo, en este caso, habría actuado de oficio. Aunque, entre paréntesis, lo que sí resulta curioso es que un diario que considera tan importante la función del Defensor del Lector, hasta el punto de acudir a él para pedir protección, no cuente aún con ella, como hace EL PAÍS desde hace diez años.
Francisco de Juan escribe: "Es posible que, efectivamente, Pedro J. Ramírez apoyara (o apoye) a los GAL. Es posible que escribiera multitud de artículos en ese sentido. Es posible incluso que los otros tres artículos que menciona EL PAÍS [y que no fueron publicados por El Mundo] vayan también en esa línea. Pero han elegido la peor forma de demostrarlo: manipulando (para mí no hay otra palabra) artículos ajenos. Si para ustedes es tan claro que Pedro J. Ramírez apoyó a los GAL, ¿por qué cometer la torpeza de justificarlo de esa forma? ¿No tienen otros argumentos? ¿Por qué modificar el sentido de dos artículos cuando, al parecer, hay otros tantos que probarían su tesis?".
El lector alerta también a nuestro diario ante el peligro que supone el que "a fuerza de querer contestar a El Mundo van a acabar pareciéndose. a él". El lector añade: "Y, ya para finalizar, un ejemplo de a qué extremos les está llevando esta espiral de enfrentamientos lo constituye la siguiente afirmación aparecida en una columna de Economía de su periódico el miércoles 31 de enero, titulada Las comisiones son legales y práctica habitual en el exterior, firmada por EL PAÍS [y refeirida al asunto de Jesús de Polanco y Uruguay]: "De forma que las sombras de supuesta sospecha con que, desde algunos medios de comunicación y con la entusiasta colaboración de un ilustre y estólido columnista, notable por su vasta ignorancia y el desparpajo con que la maneja, se quieren enturbiar operaciones legales y perfectamente verificadas ( ... )". Y el lector se pregunta: "¿Es eso información? ¿Es opinión? ¿Qué dice el Libro de estilo al respecto? A mí, personalmente, me recuerda mucho el estilo de El Mundo y el periodismo amarillo". Y concluye: "Es, de agradecer que al menos EL PAÍS cuente con un Defensor del Lector accesible a quien poder dirigirse en estos casos (detalle que no tiene El Mundo). Porque después de esta queja, y como sigan por ese camino, van a perder por lo menos un lector. Pero ¿qué leeré entonces?".
El Defensor del Lector cree que nuestros lectores necesitan una explicación clara y serena, sobre ambos hechos, porque este diario puede equivocarse, y cuando lo hace no duda en reconocerlo, pero lo que no puede es aceptar que, ante un supuesto error, se le anatematice enseguida con expresiones como las que ha usado en este caso el diario El Mundo, calificando nuestra información de "engaño deliberado", "zafia manipulación", "inmoral falseamiento del contenido", "falaz interpretación", "trampa grosera" y hasta "mala fe", un lenguaje que creíamos de un periodismo ya olvidado.
Responde la Dirección
Por eso he solicitado a José María Izquierdo, director adjunto de este diario y director en funciones por la ausencia, por motivos de salud, del director, Jesús Ceberio, que explique a los lectores la presunta manipulación de los textos presentados contra el director de El Mundo y las afirmaciones hechas en la columna de Economía en la que, en efecto, se mezclaba abiertamente información y opinión, cosa que condena nuestro Libro de estilo.
La respuesta de José María Izquierdo ha sido la siguiente: "Lamento no dar la razón al lector en su interpretación sobre los textos de Pedro J. Ramírez en torno a los GAL. Los párrafos elegidos sí son bien representativos del pensamiento que por aquellas fechas sostenía el hoy director de El Mundo. Ramírez había lanzado el guante para que le mostráramos algún artículo en el que "se aplaudiera, justificara, comprendiera o minimizara la guerra sucia " (véase El Mundo del domingo 28 de enero, página 109). Por lo pronto, tonta disculpa es decir que cuando escribe alguno de los artículos aún no se conocían las actividades de los GAL. Él decía guerra sucia, y a ella nos referíamos en la selección de frases citada por el lector. Diga ahora lo que le venga en gana el señor Ramírez, en aquellos artículos aplaude la actuación del Gobierno en unos, justifica las acciones de venganza en otros, comprende que los españoles apoyen esas acciones en casi todos y minimiza la gravedad de los acontecimientos en uno sí y otro también. ¿De verdad habrá alguien que crea que cuando en 1983 se escribe: 'Hay que terminar con ETA de la forma que sea', el autor de la frase está pensando en la más escrupulosa de las legalidades? Pide el señor Ramírez que se publiquen íntegros sus textos. Pretensión exagerada para nuestras pocas páginas. Sea generoso él con sus lectores y ofrézcales, en su integridad, todos los editoriales y artículos citados por este periódico. Verán entonces que es necesario recurrir -en el más favorable de los casos- a la hermenéutica para adivinar, entre tanta ambigüedad, si entonces había guerra, si la que había era sucia y, de existir, quiénes eran los culpables. Compárense, y las hemerotecas son de público acceso, los editoriales de este diario y de la misma época. No hace falta ser 'profesor universitario, columnista especializado en medios de comunicación, asociaciones de periodistas y demás expertos', cuya ayuda reclama ahora el señor Ramírez, para observar la diferencia entre ambos. EL PAÍS condenaba con una rotundidad absoluta y sin fisuras cualquier acción de guerra sucia, y tan es así que el entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, llevó a los tribunales a Juan Luis Cebrián, director de este periódico en las fechas de autos; por contra, los artículos y editoriales del señor Ramírez, tan perseguido, no merecieron tales acciones del Gobierno, y sí la lupa del especialista para dirimir el grado de apoyo o comprensión de aquella política. Bien está que ahora defienda tesis contrarias. En el debate que él mismo cita con Cebrián, ya reconoció en público 'que él había cambiado'. Pues sea bien venido, al grupo de enemigos de la guerra sucia. De vuelta a nuestro lector, le desagravio con el absoluto reconocimiento a sus apreciaciones sobre la información aparecida en las páginas de Economía , de este diario y que él menciona. Nunca debió aparecer algo así en una columna sin firma y en mitad de una información. Jamás se introducirán tales modos en este periódico. Disculpas de la Dirección, y quede constancia de ello para evitar posibles nuevos errores de este estilo".
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