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Fuerzas vivas mojadas

La lluvia inunda el Ayuntamiento y la iglesia de Manzanares el Real

Vicente G. Olaya

Las fuertes lluvias de los últimos días no han sentado demasiado bien a las fuerzas vivas de Manzanares el Real (2.950 habitantes). El alcalde ha tenido que abandonar su anegado despacho municipal. El edificio del siglo XVI donde trabajaba, y que preside la plaza del pueblo, se ha llenado de goteras. El techo amenaza incluso con derrumbarse. El párroco no ha corrido mejor suerte. Chorros de agua se adentran en su iglesia del siglo XV a través de una torre repleta de grietas. El sacerdote y los fieles no dan abasto en achicar agua cuando descargan las nubes.Por el momento, el regidor ya ha encontrado una solución provisional a su problema. Ha ordenado trasladar todos los enseres municipales al edificio de la Casa de la Cultura. Al sacerdote, que carece de otra iglesia donde guarecerse, sólo le ha quedado una salida: poner cubos bajo las goteras del baptisterio para que el agua no llegue hasta la sacristía. "En fin, Dios dirá", comentaba resignado.

Y es que en Manzanares, las lluvias sólo han sentado bien a su pantano -que ya supera el 80% de su capacidad- y a los prados donde pace el ganado. Al Ayuntamiento, el temporal le ha cogido antes de que comenzasen las previstas obras de rehabilitación del Consistorio, un caserón con cuatro siglos de antigüedad y donde el agua entra a raudales por la vieja techumbre de madera. "No creo que se hunda el edificio porque es de piedra", explica el alcalde, José Manuel Ruiz, independiente, "pero el techo no tiene buena pinta. Es posible que se desplome. Todo se ha inundado: el salón de plenos, mi despacho, los lavabos...". El regidor continúa: "Pronto vamos a comenzar las labores de rehabilitación del edificio. Costarán 85 millones. La Comunidad de Madrid pagará el 70% de las obras", explicaba con una sonrisa.

El párroco, Pedro Luis López, lo tiene más difícil. Los prometidos 15 millones para arreglar la torre retrasan su llegada y el agua y las cigüeñas que habitan en la torre no entienden de números. "Hay nueve gigantescos nidos en la techumbre. Pesan unos 7.000 kilos y la torre se ha rajado al no poder soportar tanto peso. Las aves han levantado además algunas tejas y el agua entra a raudales por todos los sitios", explicaba.

Preguntado sobre qué iba a hacer mientras llegaban los fondos, el cura respondió encogiendo los hombros: "Pues hombre, tener fe y rezar a Nuestra Señora de las Nieves [a quien está consagrado el templo], aunque en este caso, lo mejor sería pedir a Nuestra Señora de las Aguas", bromeaba este sacerdote al que el pasado viernes los vecinos no cesaban de enviarle palabras de ánimo.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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