Garzón imputa al coronel Perote en el asesinato de Oñaederra al negarse a responder a una pregunta

El coronel Juan Alberto Perote, encarcelado por sustraer y difundir documentos del Cesid, del que fue su número dos, regresó ayer a la cárcel de Alcalá de Henares como imputado en la causa por el asesinato, el 19 de diciembre de 1983, del etarra Ramón Oñaederra, la primera víctima de los GAL. Perote compareció ante el juez Baltasar Garzón como testigo -ya lo había hecho en otras tres ocasiones, la última el 26 de diciembre-, pero salió como imputado después de tres horas de declaración. El magistrado cambió su situación para "proteger mejor sus derechos".

Perote, ex jefe operativo del Cesid, está desde ayer imputado en el sumario por el asesinato de Oñaederra. A mitad de declaración, Garzón cambió su condición por la de imputado para "proteger mejor sus derechos", según fuentes del juzgado. El juez resolvió dar este paso en el momento en que el coronel se mostró reticente a contestar a una determinada pregunta, cuyo enunciado no ha trascendido porque el sumario es secreto. En cambio, no adoptó ninguna medida cautelar contra Perote, que ya está en prisión.La vinculación de Perote al caso Oñaederra cobró protagonismo en noviembre de 1995, cuando el diario El Mundo había ido publicando los documentos secretos sustraídos por el coronel informó que, un día antes del asesinato de Oñaederra, Perote había informado por escrito a su superior, el general Emilio Alonso Manglano, de la inminencia del atentado.En su primera comparecencia ante Garzón, el 30 de noviembre, el ahora imputado desmintió la información de El Mundo. Aunque mantuvo que Manglano estaba al corriente del asesinato, Perote puntualizó que no le había informado por escrito, sino de palabra.

Oñaederra fue ametrallado en el interior del bar Caiette, de Bayona (Francia), donde trabajaba como camarero. Varios individuos dispararon contra él, que antes de morir disparó a su vez contra sus asesinos. Según explicó al magistrado el ex número dos del Cesid en su primera declaración, los servicios secretos tuvieron conocimiento previo de este atentado y él, personalmente, informó en la víspera a Manglano, pero no por escrito.

Su segunda declaración se produjo el 14 de diciembre y la tercera el 26. En ambas mantuvo la condición de testigo a pesar de que ya había admitido que conoció el atentado contra el terrorista con anterioridad a que se cometiera. Por su parte, Manglano siempre ha negado que Perote le informara sobre este asesinato.

La comparecencia de ayer se prolongó desde las cinco hasta las ocho de la tarde y en su primera mitad sólo asistió a la misma el fiscal Pedro Rubira, adscrito al juzgado de Garzón, dado que Perote declaraba como testigo. Ya a partir de su imputación en la causa, el abogado del coronel, Jesús Santaella, entró en el despacho del juez para asistir a su cliente.

Fuentes del juzgado indicaron que Perote se mostró reticente ante una determinada pregunta de Garzón, a la que no quiso contestar "porque podría perjudicarle". Para evitarlo, Garzón cambió su condición de testigo por la de imputado, posición procesal desde la cual Perote tiene derecho a no declarar, a no confesarse culpable o a no decir la verdad.

Según las citadas fuentes, desde su nueva condición de imputado, Perote tampoco respondió más que a medias a la cuestión y su actitud no fue muy colaboradora. No entregó documento alguno y negó su participación en el crimen. Sin embargo, las mismas estiman que Perote colaborará "en el futuro, cuando se den las condiciones adecuadas".

Por el despacho de Garzón han comparecido ya al menos, en relación con este caso, Luis Roldán, ex director de la Guardia Civil; Manglano; el coronel José Antonio Perote, hermano de Juan Alberto Perote, y el teniente Pedro Gómez Nieto, destinado en el acuartelamiento de Intxaurrondo (San Sebastián) en 1983, ex integrante del Cesid y ex jefe de los grupos Omega, los llamados patas negras de Roldán. Gómez negó que fuera el informante de Perote.