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La 'grandeur' se acomoda a la realidad

Desde el 13 de junio de 1995 día en que el presidente Jacques Chirac anunció su voluntad de reanudar las pruebas nucleares interrumpidas por François Mitterrand en 1992 hasta la explosión de anteayer en Fangataufa han pasado muchas cosas. Chirac ya había manifestado durante la campaña electoral que era partidario de la reanudación de las explosiones atómicas. Entonces arguyó necesidades técnicas de la defensa nacional, pero, sobre todo, quiso entroncar con la lógica gaullista de 1966, cuando el general formuló los principios de la disuasión a la francesa, una política de grandeur destinada a garantizar la independencia militar del país.El 13 de junio, Jacques Chirac habló de ocho pruebas a efectuar entre septiembre de 1995 y mayo 1996. El anuncio desató la campaña en contra de Greenpeace y la irritación de países como Australia, Japón y Nueva Zelanda, amén de la de algunos de sus socios europeos, sobre todo los países nórdicos e Italia. Diversos productos franceses se han encontrado durante meses con dificultades en mercados extranjeros, y la Marina tuvo que embarcarse en un combate sin gloria contra los navíos de fortuna fletados por GreenpeaceCambios graduales

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La protesta internacional hizo que Chirac redujese de ocho a siete y de siete a seis el número de explosiones imprescindibles, y que la inicial frontera del mes de mayo acabára situándose en "antes de final de febrero". También ha hecho que' la política de defensa haya adoptado, sucesivamente, la idea de disuasión ampliada -inaceptable para unos socios que ven convertir su territorio en eventual escudo protector de otro país- y la de disuasión concertada. Esta fórmula permite poner a disposición de la OTAN el potencial nuclear francés, diluir la noción de pilar nuclear europeo en otra más amplia de pilar euroatlántico y, al tiempo, reincorporarse al consejo ministerial y al militar de la Alianza Atlántica. Todo eso lo ha hecho Chirac en pocos meses y sin necesidad de consultar a la Asamblea.

Las explosiones nucleares sólo han provocado protestas de menor importancia en Francia, incluso cuando el Comisariado de la Energía Atómica confirmó que se ha bía encontrado yodo 13 1, una sustancia radiactiva, cerca de Mururoa. Los- socialistas, que efectuaron entre 1981 y 1992 tantas pruebas atómicas (86) como De Gaulle, Pompidou y Giscard d'Estaing juntos, han criticado la inconveniencia política de la decisión chiraquiana, pero no la necesidad de disponer de la bomba ató mica. Francia es el tercer fabricante de armas del mundo, utiliza energía eléctrica de origen nuclear en un 80% y es líder mundial en tratamiento de los residuos radiactivos que otros países le envían.

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