Nuevos quioscos en la Casa de Campo
Tejados de pizarra, musgo en las paredes, cubiertas de brezo, aseos separados por sexos y tomas nuevas para luz y agua. Los chiringuitos de la Casa de Campo serán, a partir de este verano, nuevos, ecológicos e iguales. El Ayuntamiento, tras vencer la concesión de 20 años que tenían los propietarios de los merenderos, sacará a concurso 10 de las casetas, que serán derribadas para construir otras nuevas. Los adjudicatarios están obligados a construir un modelo tipo, igual para todos, que cuesta 25 millones.
"Para nosotros es imposible asumir el coste de los nuevos quioscos", señala la mayoría de los propietarios actuales. "Por una cuestión higiénica y albergaran un árbol estética, es necesario cambiarlos", afirman en el Ayuntamiento.El Ayuntamiento. sólo derribará 10 de las casetas de la Casa de Campo. Las otras diez existentes, las más viejas y escondidas, no se cambiarán, ya que el coste ascendería a 40 millones por caseta, precisamente por su lejanía dentro del parque y la dificultad que supone llevar hasta allí nuevos canales de luz y agua. Francisco Garrido, concejal socialista, no entiende la actitud del gobierno local. "Si no se pueden arreglar y están en pésimas condiciones, lo mejor sería rescindir la concesión", señala.
Las casetas afectadas por el concurso municipal son en su mayoría las que rodean el lago. Paradójicamente, las más cuidadas. "Para nosotros es imposible asumir los 25 millones de la construcción de una nueva, más los dos -millones anuales del canon [hasta ahora pagaban 500.000 pesetas]. Y sobre todo si se tiene en cuenta que la concesión sólo es para 10 años. En ese tiempo no amortizamos la inversión", señala María Luisa Martínez, dueña de la caseta El Molino, que se calienta con una pequeña estufa de troncos y que en su interior sólo tiene una pequeña mesa. "Me estoy haciendo a la idea de que me voy al paro", añade Javier, que trabaja en la caseta El Plátano; "mi jefe ya es muy mayor y no tiene ni el dinero ni las ganas necesarias
Francisco, un trabajador de la fábrica Mahou, que desde niño pasea por la Casa de Campo todas las mañanas y que tiene la costumbre de ir cada día a tomarse un café por allí, asegura que la Casa de Campo está "envenenada". "Desde hace dos años este lugar ha caído en desgracia", dice. El pasado viernes, un día de intenso frío y lluvia, la mayoría de las casetas estaban vacías. Y seis de ellas, cerradas. "A algunos ya ni les merece la pena abrir". "Hace tres años, un día como hoy, teníamos tres tandas de comidas".
El modelo de nueva caseta, diseñada por el equipo técnico del Ayuntamiento, es de 150 metros cuadrados -es decir, con la capacidad de un restaurante- y 600 de terraza. Todas tendrán el mismo mobiliario para mesas y sillas. Si en el terreno hay un árbol, no podrá ,cortarse, y la construcción incluirá por ello patios interiores para respetarlos. El jardín manda, y el nuevo modelo -con una altura máxima de 3,5 metros- deberá encontrarse a dos metros de árboles, raíces de árboles, troncos o ramas. Además, en las casetas la publicidad estará prohibida.
El gobierno municipal pretende que el cambio no perjudique a los actuales propietarios. "En el concurso tienen prioridad los actuales concesionarios, por su experiencia, por encima de los precios de licitación", señalan en el Ayuntamiento. "Pero nuestro deber es velar por la calidad del servicio, y por ello es el momento de cambiar estos locales".
Para Marcial, propietario de Fuente la Pifia, con los nuevos chiringuitos morirá el carácter popular de la Casa de Campo. "Los precios subirán para que se pueda amortizar la inversión, y entonces ya no podrán venir los jubilados a tomar una cerveza y sacar su comida de una bolsa. La idea del merendero desaparecerá".
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