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Al centro por Derecho

Aznar explica ante cientos de estudiantes enfervorizados su ideario político

La satisfacción se le salía ayer a José María Aznar por las costuras. Mañana de gloria en la Universidad Complutense para el presidente del PP. No podía contener la sonrisa, sólo quebrada cuando aquel muchacho de camisa vaquera le preguntó -"pero contésteme con sinceridad, no como un político"- si no creía que había traicionado a los que le habían apoyado como representante de la derecha: "Primero, derecha; luego, centro-derecha; ahora, centro... Usted puede acabar en el centro-izquierda".Las cejas se le juntaron en una sola línea tormentosa y oscura y, antes de responder, dejó caer toda su justa ira sobre el estudiante. Fue la única china de un camino triunfal que se había iniciado entre vítores de ¡presidentel, ¡presidentel, delirio y aplausos -cuatro silbidos, ahogados en el tumulto- a las doce en punto de la mañana, en el vestíbulo de la Facultad de Derecho.

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Zoy español, casi ná

No cabía ni un alma. El Aula Magna estaba ocupada hasta en las escaleras de acceso a los pupitres. En la puerta sonaban, broncos, los golpes de los que se habían quedado fuera. Aznar -ipresidentel, ¡presidente!- se elevaba por encima de su propia estatura ante un auditorio completamente entregado.

No pasará el discurso de ayer a los anales de la oratoria, pero sí supo escoger un tono cómplice que multiplicó los ecos en la oquedad de unas palabras pronunciadas con la solemnidad de lo obvio: "He venido aquí para pedir vuestra ayuda". "Las promesas son para cumplirlas". "El pueblo no depende del Gobierno. Es el Gobierno el que depende del pueblo" (aplausos). "No compites con nadie. Compites contigo mismo" (murmullos de incredulidad). "La mejor España es la que tenemos que hacer entre todos". "Los jóvenes tienen en sus manos el futuro".

Los jóvenes, a poco que se les animara, aplaudían, pateaban, gritaban y se daban codazos. Y Aznar sonreía, las arrugas de la risa achinándole los ojos. "No voy a estar 13 años hablando de lo pasado en 13 años. No voy a mirar atrás ni con venganza ni con ira". Aplaudían. Aplaudían los mismos que luego aplaudían cuando hablaba de "la deuda que nos han dejado y que tenemos que levantar nosotros"; los mismos que irrumpían en gritos cuando decía que "no cambiaré la ley del aborto; soy defensor de la vida"; los mismos que se desgañitaban cuando afirmaba que "se cumplirán íntegramente las penas", que "no habrá diálogo con ETA"; los mismos que, cuando Aznar, elevando el tono de voz, advertía a "esos vándalos de Jarrai y compañía que vamos a por ellos", estallaban en el delirio.Exactamente 30 minutos duró un discurso lleno de guiños y complicidades. "Si salgo elegido presidente, sólo me presentaré a otra elección". "No he venido a regalar los oídos de nadie", decía. Pero luego se lanzaba por el precipio del halago y les soltaba: "Dicen que los jóvenes se han vuelto conservadores porque confían en el PP. Yo creo que se han vuelto inteligentes".

Sólo una maldita espina. Había empezado el turno de palabra. Risas cuando alguien dice: "Bienvenido, presidente". Y pregunta qué tiene pensado para arreglar los accesos a la Universidad. "Ya me enteraré. Porque esto depende de un consorcio, creo, de la Universidad y el Ayuntarniento". Pero, de pronto, alguien coge el micrófono, le pide sinceridad personal y le pregunta dónde acabará esa carrera iniciada en la derecha, hoy en el centro y que amenaza con terminar en el centro-izquierda si eso le da más votos.

Allí fue ella. Ya no son jóvenes inteligentes. Son jóvenes que prejuzgan. Así que Aznar le reprocha que prejuzgue, le regaña porque nunca hay que prejuzgar. Está dando por hecho que los políticos mienten. Porque está prejuzgando que él va a mentir. Y eso está muy mal porque él no miente nunca -"pero, contésteme"; "ahora, ahora"- Y le contesta y le desafía a que le diga cuándo ha dicho él que no era de centro. "Yo siempre he dicho que quería un partido de centro. Y eso es lo que he hecho".

Dura poco el enfado. Otras intervenciones arropan al presidente. Una chica, incluso, toma la palabra para contestar al compañero. Y vuelve la sonrisa a la cara de Aznar, que no duda en definirse cuando se lo piden. "Tendría algún problema en hacerlo si fuera socialista, pero, como no lo soy, no tengo problemas en definirme". Se ríen todos. Buenos chicos, éstos.

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