Tormenta del desierto

La tormenta no, fue tal (EL PAÍS, 16 de enero de 1996).Fuimos miles de voces que, reunidas espontáneamente, en las calles de Barcelona gritábamos: "No más sangre por petróleo", mezclados con los padres de soldados que el Gabinete de crisis de González envió a escondidas y sin previo aviso a realizar el trabajo sucio al golfo Pérsico.

Bush reconoce que fue el motivo para actuar, y no la situación del pueblo kurdo, ahora olvidada, la democracia o los derechos humanos... Simplemente cambiaron crudo por vidas humanas. Una tapadera para un genocidio que perdura hoy con un embargo, haciendo estragos en la población civil y cebándose entre las criaturas y los ancianos.

Mientras tanto, Manel Blázquez y Josep Antón Escalada, dos jóvenes insumisos que decidieron no participar en una tormenta ficticia y salvaje, ingresan cinco años después en prisión por mantener una actitud coherente, pacífica no violenta y humana, a partir de una decisión vengativa del tribunal militar que los juzgó. Su delito,intuir las mentiras de la guerra del Golfo, quitarse la arena de los ojos para ver una falsa tormenta y no zarpar hacia una locura sin sentido.-