La moda de la bisexualidad
En las películas, en las novelas, en los estudios sociosexuales, en el ciberespacio, entre los amigos más jóvenes se reclama la bisexualidadLa Bisexual Resource Guide es una lista, disponible en Internet, donde aparecen un total de 1.400 agrupaciones de bisexuales extendidas por todo el mundo. Ser bisexual puede ser una condición antigua, un dato de toda la vida, pero su exhibición pública es de ahora mismo. En los sesenta, con los ardores de la revolución sexual, los "bi" procedían sobre todo de una torsión experimental de los heterosexuales. Ahora, con la afirmación de lesbianas y gays, la bisexualidad proviene principalmente de esos grupos. Los que antes habían perdido el pudor a manifestarse como homosexuales no dudan hoy en declararse "bi". Incluso puede advertirse entre algunos grupos de jóvenes, predominantemente universitarios, un disfrute de la distinción confesándose ambivalentes. No son muchos, pero pueden ser más. En Estados Unidos han dado ya origen a organizaciones del tipo Bi Women of Color o Bi Adult Children of Alcoholic, subdivisiones militantes de las asociaciones Women of Color (Mujeres de Color) o Adult. Children of Alcoholic (Adultos Hijos de Alcohólicos), para identificarse bien.
La publicidad de la bisexualidad efectiva empieza a ser tan tangible en Estados Unidos como para promover una cover de la revista Newsweek hace unos meses. No se trata de una simple moda social y mucho menos de una genética trivial. Como ya mostraba el primer informe. Kinsey en 1948 en todo caso, Freud, los individuos son una mixtura de gametos masculinos y femeninos todo depende para distinguirse bien de qué factores genéticos son con claridad predominantes. Y, a veces, no lo son. Un estudio sobre 5.000 mellizos australianos demostró, según el doctor J. Michael Bailey, de la Northwest Universsity, que entre ellos había más propensión "bi" que entre el mismo número de gemelos. Los genes fueron, como en todas las cosas, los que ofrecían el fondo explicativo de esas diferencias. Pero queda, además del fondo, la superficie. ¿Por qué emergen y flotan ahora los bisexuales? ¿Por qué son motivos de películas, argumentos de novelas base de los parloteos en la cibercomunicación, motivos de vídeos musicales y de conversación?
Sin duda, el sexo no es ya lo que era. Ni tampoco los roles que se marcaban a fuego con él. Los papeles se intercambian entre hombre y mujer y el sexo queda más liberado para transmigrar. En ese sentido, el sexo ha perdido peso y gravedad. Empezó a perder cierta estima cuando tras el triunfo de la revolución sexual aumentó su disponibilidad; siguió perdiendo firmeza con la creciente igualación hombre-mujer y ha terminado rebajando su papel de patente con la permutación entre homo y heterosexuales. De su importante función productiva (altamente vinculatoria, contractual, reproductora) la sexualidad ha pasado al terreno de lo recreacional. De ser algo con alta carga simbólica ha pasado a ser, sobre todo, un juego, y ya dentro de él, propicio para el bricolaje. Si ser lesbiana o gay ha dejado de considerarse un estigma, una enfermedad o un delito, acaso menos desafío a ese triángulo es declararse hoy bisexual. El bisexual no es nunca menos, sino un más. Posee un plus de experimento, una suplementaria ocasión de placer. Hay que atreverse a ello, pero también en el atrevimiento hay un relente de modernidad, una excitación hay virtualmente mezclada con la cultura de la drogas. Por los anuncios de moda, en la fetichización publicitaria de hombres y mujeres, en los vídeos de la MTV, la bisexualidad hace un tiempo que ha entrado en la nueva cultura joven. No mayoritariamente. Pero tampoco la violencia juvenil es mayoritaria y mediatiza la época. O viceversa.
Precisamente, Vice versa: bisexualidad y erotismo en la vida cotidiana, de Marjorie Garber, profesora de Harvard, es uno entre media docena de libros americanos que estudian ahora la delicada corriente "bi".
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