El Dakar corona la experiencia
Pierre Lartigue y Edi Orioli lograron el triunfo final
La playa de Dakar vio ayer el triunfo de la experiencia, de la veteranía, de la madurez. Vio cómo el francés Pierre Lartigue (Citroën), en coches, y el italiano Edi Orioli (Yamaha), en motos, lograban la victoria en el Granada-Dakar. La 18ª edición del gran rally africano terminó sin sorpresas. No ganaron los más rápidos, los más agresivos, los más espectáculares. No es ese el camino de la gloria en esta carrera. Se impusieron Orioli y Lartigue, los más regulares, los más expertos, los más hábiles. Para el italiano, el de ayer fue su cuarto triunfó en el Dakar. Para el francés, el tercero, consecutivo.Nadie se extrañó de ver a dos viejos rockeros encaramados al podio. Es la ley de este rally: premiar a los que mejor lo conocen. La receta mágica para recibir laureles en la capital senegalesa incluye necesariamente una buena máquina, un equipo importante y habilidad en el pilotaje. Tres factores que reúnen Orioli y Lartigue. Pero no son suficientes. Hace falta un plus, el que da la mezcla de experiencia y fortuna. Y ese es el que ellos tuvieron casi en exclusiva durante 18 días, y, 7.600 kilómetros.
El 'Zorro del desierto'
A Lartigue, de 46 años, noo le llaman el zorro del desierto porque sí. No es casualidad que sea el único campeón mundial que conocen los raids -ha ganado las tres ediciones de la Copa del Mundo de la especialidad disputadas desde su creación en 1993-. En su currículo suma ya 14 participaciones en el Dakar y, con la que certificó ayer, tres victorias.Como piloto, es el prototipo perfecto para los raids: sobrio, efectivo, cuidadoso con la mecánica, constante, intuitivo. No necesita ser el más rápido, como lo demuestra el hecho de que sólo se impuso en una de las 15 etapas del rally. En todo este tiempo no necesitó ni un exceso, sólo esperar y ver cómo iban cayendo los demás candidatos, tanto sus rivales de Mitsubishi como sus colegas de Citroën.
Las características de Orioli son similares. Como Lartigue, este italiano de 33 años es un maestro de los raids, especialidad a la que llegó hace 10 temporadas procedente del enduro. Su principal virtud es la estrategia de carrera, saber qué hacer en cada momento, dónde atacar y dónde conservar.
Así, Orioli ha ganado ya cuatro veces el Dakar (1988, 1990, 1994 y 1996). Es de los que tiene claro que no hay que pelearse con la carrera. Esta vez aguardó al abandono de Peterhansel y a los problemas de Arcarons, y en el camino sólo dos veces fue el hombre más rápido de la etapa.
Sólo ganan el Dakar aquellos que lo entienden y lo interpretan mejor que los demás, los que lo miman sin estridencias. Es lo que han hecho este año Lartigue y Orioli. Para el piloto italiano, verdugo de Jordi Arcarons, quizá la que acabó ayer sea su última participación en el Granada-Dakar. El francés, por su parte, depende de la contuidad de Citroën en los raids.
Por parte española, la prueba que terminó ayer dejó sabor agridulce. Dos pilotos estuvieron en el podio de motos, Arcarons, segundo, y Carlos Sotelo, tercero, pero un ano más quedó la sensación de haber rozado el primer gran triunfo. El piloto de Vic acábó segundo por tercer año consecutivo. Ya no sabe qué hacer para ganar. En la categoría de coches, Salvador Servià, quinto, cumplió con su papel de gregario dentro del poderoso equipo Citroën, mientras que Miguel Prieto destacó entre los privados.
En total, de los 295 vehículos que iniciaron la aventura hace casi tres semanas en Granada, muchos no lograron la pequeña hazaña de llegar a Dakar. Todos sueñan desde hoy en volver a intentarlo el año que viene a pesar de que cada año que pasa la organización de la carrera tiene más problemas para diseñar un recorrido y para ponerla en marcha.
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