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Tribuna
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El valor de la constancia

Ritmo sostenido. Es una de las propiedades llamativas del Atlético de Madrid en esta temporada. Un ritmo monocorde, sostenido, sin vibración pero continuo. Un ritmo que no todo el mundo puede sostener. Por eso suele imponerse en los finales de los partidos, donde su secuencia de goles es sorprendente. El Atlético trabaja como un maratoniano tenaz, que confía en que el tiempo opere a su favor, en que la fatiga atrape al rival. Pero cuando no alcanza la victoria deja tras de sí cierta sensación de monotonía.Bjelica. Un buen jugador por la banda izquierda, respaldado por otro buen futbolista, Alejandro. Entre ellos pusieron en problemas al Atlético durante la primera media hora, y aunque luego fueron a menos no resultó extraño que el gol del Albacete llegara por ese lado.

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El Atlético se oscurece

Defensa adelantada. Es uno de los seguros del Atlético en este año. Hace bien el fuera de juego y tiene velocidad para volver grupas si es preciso. Pero contra un buen desborde por la banda no hay antídoto.

Kiko. Se le nota cuando está y se le nota más todavía cuando no está. Él le da alegría y vibración al fútbol del Atlético. Él inventa e ilumina la jugada en el tramo final. Sin él cerca, Penev queda todavía más en evidencia.

Tres arriba. A falta de Kiko, Juan Carlos y Biagini. Con ellos y Penev el Atlético terminaba con tres delanteros. Una expresión clara de voluntad, de coraje, de resistencia a la derrota. Una actitud que tuvo el premio del empate final.

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