Una viuda, sospechosa de matar a varios amantes para jugarse su dinero
La mujer, detenida en Viena, buscaba a sus víctimas con anuncios en la prensa
Sobre Elfriede Blauensteiner, una viuda jubilada mal conservada, jugadora empedernida y con los cabellos teñidos de rubio oxidado, pesa la sospecha de al menos cinco asesinatos por envenenar a sus amantes con medicamentos. La policía, que la detuvo en la madrugada del jueves, sacándola de la cama en su piso de Viena, asegura que es sólo la punta del iceberg", que la viuda "actúa desde hace 20 años" y se investiga la muerte misteriosa de "al menos otros 10 hombres que se relacionaron con ella".La mujer, de 64 años, sonrió a los policías durante el primer interrogatorio, asegurándoles: "Yo adoraba a mis hombres y lloré por todos ellos cuando murieron repentinamente". Según ella, era "incapaz" de matar a un ser humano, "solamente una vez maté a un canario ahogándolo mientras lo bañaba".
Todas las víctimas cambiaron sospechosamente su testamento en favor de ella pocos días antes de morir. Por la cuenta bancaria de la viuda y las ruletas de sus casinos 'preferidos. ha pasado el equivalente a cientos de millones de pesetas. Un abogado de 39 años, que la policía aún no ha identificado, fue capturado ayer en un lujoso barrio de Viena, por sospecha de complicidad y falsificación de testamento.
Ricos y sin herederos
Blauensteiner buscaba a sus víctimas poniendo anuncios. en el periódico: "Viuda quiere conocer a un viudo para compartir el atardecer de la vida... Soy buena ama de casa, enfermera, jardinera y camarada". La policía encontró cientos de cartas respondiendo a los anuncios, pero ella sólo elegía a ancianos ricos y sin herederos. Los viudos, vulnerables y cansados de vivir solos, se dejaban conquistar por las dotes culinarias de Blauensteiner, que los envenenaba poco a poco con altas dosis del antidepresivo Anafranil y de Euglucon, un medicamento utilizado por los diabéticos para bajar los niveles de azúcar en la sangre, que disolvía en la comida.Para mala suerte de la presunta asesina, su última víctima, Alois Pichler, que murió en noviembre pasado, tenía un sobrino que reclamó la herencia y sospechó de ella desde el primer momento. Pichler fue trasladado inconsciente al hospital y con bajísimos niveles de azúcar. Murió horas después sin recobrar la conciencia. La autopsia no dio resultado alguno, pero en la investigación toxicológica del tejido se descubrió que el enfermo sufrió un "envenenamiento agudo".
Un detalle macabro: una de las víctimas de la viuda Blauensteiner ordenó antes de morir que su cuerpo fuera conservado para estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena. En el cadáver, investigado dos años después de la muerte, se descubrieron idénticos síntomas de envenenamiento.Mientras la viuda aseguraba ayer en el segundo interrogatorio que su "razón de vivir" ha sido "cuidar enfermos", la policía instaló una línea caliente para denuncias sobre otras Posibles víctimas de Blauensteiner.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.