Votos y vetos
NO PUEDE decirse que la lista de candidatos de Izquierda Unida (IU) por Madrid que votaron los afiliados el martes no refleje el pluralismo interno de esa coalición. La mitad de los 10 primeros de la lista no pertenecen al PCE, el sector que, según la doctrina Anguita, aspira a hegemonizar la cosa. ¿Por qué, entonces, el vago descontento que ese resultado ha producido entre los demás sectores de la coalición? De entrada, porque es difícil no interpretar como un voto de castigó la relegación a un puesto con escasas posibilidades de elección de Diego López Garrido, tal vez su más brillante parlamentario en la legislatura recién clausurada. También, porque -según los sectores. críticos- han funcionado bajo cuerda las consignas orientadoras del voto de los militantes. Por lo demás, la votación ha vuelto a plantear la vieja cuestión, común a todos los partidos, de la distancia entre la sensibilidad de los militantes y la de los votantes."Se prima al PCE y al silencio", ha dicho Joan Berga, dirigente de la corriente . Nueva Izquierda, a la que pertenece López Garrido. Este no habría obtenido votos suficientes para figurar entre los primeros puestos por haber demostrado "tenerr opinion propia". Es muy probable que haya sido así pero ni siquiera es imprescindible que hayan existido consignas expresas para que muchos afiliados consideren más importante la fidelidad a la línea mayoritaria y a sus líderes- que la capacidad política o parlamentaría de los candidatos. Ese reflejo conservador forma parte de la cultura de todos los partidos.
En el caso de Izquierda Unida ocurre además que los límites entre partido. nuclear y coalición son deliberadamente difusos, lo. que favorece la confusión. Anguita, es el coordinador general de IU como consecuencia de su condición de secretario general del PCE, y en el reciente congreso de esta formación se reitere la necesidad de su mantenimiento como tal, con sus estructuras y disciplina- de partido. Pero. si IU es una coalición, sus candidaturas electorales deberían reflejar el carácter plural de su composicion. En el límite, es evidente que una votación de afiliados que aplicase a rajatabla la disciplina de partido daría todos los primeros puestos a candidatos delPCE, ampliamente mayoritario entre los afiliados.
Pero no ha sido así, lo que demuestra que obien lo s militantes han pasado por encima de la disciplina, o bien han funcionado, efectivamente, las consignas, aunque precisamente en el sentido de ganar sin aplastar.. El resultado, demasiado de diseño, avala esta última hipótesis de los cinco primeros de la lista, los que tienen posibilidades reales de salir, tres son ortodoxos de Anguita uno de los críticos renovadores (Almeida) y otro del componente socialista, imprescindible en una coaliciónque pretende representar a toda la izquierda (Calstellaño).
Sería injusto, sin embargo, no reconocer que el sistema de voto secreto en urnas con participación. de, todos los afiliados, es mucho más democrático que el de aclamación asamblearia de, la lista propuesta por la dirección. Y más democrático también que, el, de elección indirecta en segundo o tercer ganado: compromisarios que eligen delegados que a su vez eligen a los candidatos.
Pero los límites del 'procedimiento, simbolizados por el desplazamiento de López Garrido, ponen de nuevo sobre. el tape te la discusión sobre: sí no deberían, participar de alguna forma los electores en la configuración de las candidaturas, a fin de establecer una mayor vinculación entre electores y elegidos. La posibidad de unas elecciones primarias, con participación de. simpatizantes, inscritos, al modo estadounidense, es una hipótesis de dificil encaje a corto plazo. Más realista parece una reforma del actual sistema de listas cerradas y bloqueadas que permita como mínimo desbloquearlas: que sea el elector quien ordene los nombres de cada candidatura, de manera que relegue a los puestos sin posibilidades a los candidatos que no hubiera querido ver en, la lista, y coloque en los primeros a los que quiere que le representen. Los electores tendrían así la posibilidad, si no de levantar los vetos, sí al menos de ignorar los votos de Castigo.
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