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LA ILUSIÓN DE LOS MAGOS

Frases geniales

Lo que los niños les cuentan a los emisarios de Oriente

Sufren largas horas de colas; y al llegar a su destino (el regazo de un Rey Mago o de alguno de sus carteros), rompen a llorar. Luego, cuando se calman, no hay quien les separe de sus benefactores porque durante esos minutos se ha producido una conversación mágica lle aquí algunos ejemplos, narrados por las varias decenas de magos y pajes disemina dos por los grandes almacenes de Madrid.Animales. "Un crío de seis años se me acercó para pedir un elefante, un tigre, un cocodrilo y un caballo. '¿Para qué?', le pregunté. Y él contestó: 'Para poner un zoo".

La lluvia. "Una niña llegó un día preguntando que dónde teníamos los camellos. Le dijimos que estaban en la calle esperándonos. Al día siguiente, volvió muy preocupada. Y dijo: "Como está lloviendo mucho, he venido para ayudaros a secar los camellos".

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La fama. "A un niño tuvimos que decirle que lo que él nos solicitaba no se lo podíamos regalar. Además de recitar una lista de 20 juguetes, terminó pidiendo ser famoso".

A bombo y platillo. "Una niña que apenas sabía hablar me confesó que quería una batería. Pensamos que sería de cocina. Pero enseguida precisó: "¡De las de música!".

Más descendencia. Algunos niños no se conforman con pedir juguetes. Al cartero de unos almacenes de la calle de Preciados, una niña le pidió más hermanitos.

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Agresivo. "Se me acercó un niño con para de malas pulgas. A mí se me ocurrió decirle que, como había sido malo, los Reyes le iban a dejar carbón. Y entonces me tiró a la cara los caramelos que íbamos a darle".

Preocupados por el futuro. En Goya, el cartero real ha oído cómo una niña solicitaba llegar a ser peluquera, cómo un niño de cinco años se empeñaba en convertirse en panadero; otro, médico; y muchos se dirigían a los Reyes para sacar buenas notas en el colegio.

Olvidos. Todos los carteros cuentan cómo llegaban niños llorando desconsoladamente y pidiéndoles ayuda. Se les había olvidado apuntar un regalo en la carta que ya habían mandado.

Se repite. El pasado año, tres periodistas de EL PAÍS se disfrazaron de Reyes Magos para anotar las peticiones de los niños, muchas de ellas también geniales. Uno dijo: "Para mi mamá, pido una pulsera de oro, y para mi papá, un peine". Otro solicitó de regalo "un autobús". ¿Para qué?, le preguntaron. Y respondió: "Pues para meterlo en el garaje". Y uno dijo: "Para mi tío, me pido una revista de depuradoras. Es que es jefe de una planta y le gustan".

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