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Campanadas desde León

El reloj que alumbra el año nuevo en Sol desde 1865 fue cedido y construido por un técnico exiliado

Desde hace 130 años, con algún que otro altibajo, el reloj de la Puerta del Sol despide el año viejo y alumbra al nuevo para todos los ciudadanos, simbolizando en su imagen la de otros tantos más o menos modestos situados en palacios, ayuntamientos e iglesias de recónditos pueblos perdidos en el mapa del país. El artífice del reloj que ha logrado en ocasiones despistar a los comentaristas de televisión más avezados por su complejo mecanismo, hoy todavía insuperable, es José Rodríguez de Losada, un leonés que nació en la humilde comarca de La Cabrera, en el pueblo de Iruela, en 1797, y al que las convulsiones políticas de entonces "arrojaron a buscar un asilo en el extranjero", según su propio testimonio escrito. Rodríguez de Losada, impresionado en 1859 por las manifestaciones en la Puerta del Sol, festejando la victoria de las tropas españolas en África, decidió donar a la Villa y Corte, como recuerdo de su persona, este único reloj de torre.El reloj, de extraordinaria calidad y precisión, debido a una inadecuada instalación; tuvo en sus primeros tiempos un deficiente funcionamiento, lo que hizo correr por el. todo Madrid de entonces el epigrama recogido en un periódico de la época: "Este reló tan fatal / que hay en la Puerta del Sol / -dijo a un turco un español- / ¿por qué anda siempre tan mal? / El turco con desparpajo / contestó cual perro viejo: / este relé es el espejo / del Gobierno que hay debajo".

Para muchos, Rodríguez de Losada es el relojero español más importante de todos los tiempos, pero a sus cualidades profesionales se unen las personales. Al menos, estas últimas fueron las que en particular llevaron al químico zamorano Roberto Moreno, de 42 años, a indagar en la vida y obras del relojero Losada y a plasmar en un libro, José Rodríguez de Losada, vida y obra, lo averiguado por él en los últimos 12 años.

Gracias a Moreno, se sabe que José Rodríguez Conejero sustituyó su apellido materno por el gentilicio de Losada, que correspondía, a la jurisdicción a la que pertenecía su localidad natal: Quintanilla de Losada, práctica muy frecuente en aquel tiempo.En La Cabrera, e incluso entre varios historiadores de renombre, se asegura que el joven Losada, entonces pastor, perdió una oveja que fue atacada por una manada de lobos. Temiendo el castigo de su padre o del dueño del ganado, huyó del lugar abandonando su hogar ayudado por un carretero que le llevó hasta Extremadura y Portugal. Desde allí, tras múltiples peripecias, Losada huyó a Londres.

Para Moreno, el biógrafo del artista, la primera parte de esta teoría es poco verosímil: "Losada no era analfabeto, sino que fue una persona culta y con una gran formación técnica en temas de cronometría y astronomía". El poeta José Zorrilla, amigo personal de Losada, describe al relejero leonés Como un liberal que participó en multiples conspiraciones contra el absolutismo de Fernando VII y de ahí su huida a la ciudad del Támesis. En la década de los años cuarenta del pasado siglo, reyes, jefes de Gobierno, ministros y diputados, llevaban los relojes de Losada como un exponente de su alto rango.

La nacionalidad británica y su hogar y taller establecidos en la lujosa Regent Street no le impidieron alcanzar el nombramiento de relojero de cámara de la reina Isabel II y cronometrista de la Marina Militar española (1853), al tiempo que fue galardonado con las máximas condecoraciones civiles es panolas. Losada suministró a la Marina 70 cronómetros, utilizados para la ubicación exacta de los barcos en alta mar. Entregó estos cronómetros a un. precio muy inferior al del mercado británico, regaló a la Marina dos péndulos astronómicos para el observatorio de Cádiz, un reloj dé torre para la escuela de guardiamarinas y un cronómetro astronómico. Uno de los ejemplares de vanguardia construidos por él es el reloj de torre que el marqués de, Larios donó a la catedral de Málaga y que se encuentra expuesto a la entrada del templo andaluz. Losada le dotó de un escape de gravedad, similar al que su competidor británico J. Dent utilizó en el reloj de la torre del Parlamento británico (Big-Ben).

El relojero leonés murió a los 72 años a causa de una cirrosis hepática. A pesar de que más de cincuenta años de su vida los vivió en Londres, nunca olvidó su tierra natal, una comarca aún hoy de las más pobres de León.

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