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El ingreso por la 'operación Carburos' violó normas bancarias suizas

El ingreso de los 18,6 millones de francos suizos (1.344 millones de pesetas) enviados el 6 de abril de 1990 por Air Products a una cuenta sin identificar del NMB Bank de Ginebra por orden del entonces responsable de empresas participadas de Banesto, Arturo Romaní, contravino, según fuentes bancarias y jurídicas, la legislación helvética sobre fraude fiscal y la directiva sobre prevención y lucha contra el blanqueo de capitales.

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En el montaje realizado ocupó un lugar especial Peter Widmer, entonces abogado de Jaques Hachuel. Widmer era y es administrador y vicepresidente del NMB Bank de Suiza. Una fuente próxima a las investigaciones dijo que la operación "pudo haber consistido en exhibir a cada parte sólo una cara del sandwich a fin de poder quedarse con el jamón que iba dentro". Es una referencia irónica a los 1.344 millones.Mario Conde y Romaní diseñaron la operación. Hachuel recibiría el dinero en una cuenta suya (de la sociedad Mariella Real Estate Holding Establishment). Su abogado estaría al corriente de que llegaría una transferencia. Sin embargo, a Air Products no se le daría ni el número de la cuenta bancaria ni el nombre del beneficiario.

Por ello, Romaní dijo al vicepresidente de Air Products, Ronaldo Sullam, que la transferencia debía realizarse a nombre del bufete Homburger Achermann y de Peter Widmer, abogado del mismo y vicepresidente del NMB Bank. ¿Cómo se pudo ingresar el dinero sin número de cuenta ni nombre de su beneficiario? En lugar de ese número o nombre de la cuenta venía una referencia al director del NMB Bank, Rue Petitot, de Ginebra: "A la atención del señor Von Tobel".

Fuentes de Air Products confirmaron que en los archivos del Reino Unido, cuartel general de la compañía en Europa, no consta ningún número de cuenta ni el nombre de la sociedad a la que debía hacerse la transferencia. Los datos proporcionados por Banesto a fines de marzo de 1990, recordaron, son los que contiene la transferencia efectuada el 6 de abril de dicho año.Un banquero suizo consultado en Ginebra, que prefirió mantener su nombre en reserva, señaló que si la transferencia de los 18,6 millones de francos suizos no contaba con la identificación de una cuenta o el nombre del beneficiario, se trataba de una operación irregular. "Las normas son muy estrictas. Es absolutamente irregular el envío de una transferencia sin identificar el número de cuenta", explicó.

Blanqueo de capitales

La convención sobre obligaciones de diligencia de los bancos de la aceptación de fondos y el uso del secreto bancario dice, en su artículo 9, relativo al fraude. fiscal y actos análogos: "Los bancos no deben proporcionar ayuda a sus clientes en maniobras dirigidas a engañar a las autoridades suizas y extranjeras, en particular las fiscales, mediante certificaciones incompletas o que pueden inducir a errores".

Entre las directivas sobre prevención y lucha contra el blanqueo de capitales, la número 9 establece sobre "certificaciones y operaciones indeseables" y subraya que el artículo 251 del Código Penal suizo castiga expresamente la falsedad documental.

Según Widmer (EL PAÍS, viernes 22 de diciembre), ni él ni su banco hicieron nada incorrecto en relación con la transferencia, aunque dejó la puerta abierta a conductas presuntamente irregulares de otros intervinientes. La ausencia del número de cuenta del beneficiario de los 18,6 millones de francos suizos transferidos arroja dudas sobre esta afirmación.

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