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"¿Quién es ese Gallardón?"

El presidente regional se marcó una rumba con los moradores de La CelsaSólo dos niños se atrevieron a hacer públicas sus peticiones en la primera visita de Ruiz-Gallardón a La Celsa

Los habitantes de la nueva barriada de La Celsa recibieron ayer al presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, del Partido Popular, con incredulidad. "¿Quién es éste?", "¿Ése es el que sale por la tele?", se preguntaban. El mandatario acudía a felicitar la Navidad a las 95 familias que estrenaron hace una semana sus casas de hormigón tras el derribo de las chabolas -las mismas que visitó el Rey hace un año-.

Pero nadie entre los rostros curtidos por el frío reconocía al presidente del Ejecutivo madrileño, que acudió encorbatado como para asistir a un Consejo de Gobierno. Sólo los más pequeños aprovecharon su solemne estancia para revolotear entre sus piernas.

Los mayores no se atrevieron a transmitirle sus lamentos. "Esto es un asco, en las chabolas estábamos mejor", llegaron a murmurar a sus espaldas. Eso sí, una opulenta ciudadana arrastró al presidente a marcarse una rumba. Fue el momento en que se dibujaron sonrisas en las caras de los ex chabolistas.

Ruiz-Gallardón se encontró con un barrio desangelado, embarrado. "Nadie diría, que esto es nuevo., le comentaron. La Celsa es un lugar en el que un consorcio regional, integrado por la Comunidad y el Ayuntamiento, ha invertido cerca de 1.000 millones en las viviendas recién acabadas (estuvieron dos años paralizadas por suspensión de pago de la constructora).

El presidente llegó escoltado por cinco consejeros del Gobierno regional: Antonio Beteta, Luis Eduardo Cortés, Rosa Posada, Gustavo Villapalos y Carlos Mayor Oreja.

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"¡Queremos un campo de fútbol!"

VIENE DE LA PÁGINA 1El presidente regional entró en primer lugar en casa de la Tía Laura, una mujer que acaba de enviudar. La visita de Ruiz-Gallardón va a ser la única alegría de su Navidad. "Mi pena no permite celebraciones", dijo. La mujer seguía un respetuoso luto. Tras enseñar la casa, sirvió un café al presidente y sus consejeros. "Tengo de pensión 24.000 pesetas y pago por la casa de alquiler 5.000", aseguró. Ruiz-Gallardón se despidió de la Tía Laura con un deseo: "Que viva mucho años". La mujer le contestó: "Y que venga usted más a verme".

A continuación, el séquito regional entró en la vivienda del Tío Jesús, quien enseñó la cocina y el patio a Ruiz-Gallardón. El presidente se sorprendió por la cantidad de teléfonos que había en la casa. También le llamó la atención el gran televisor del comedor. Por último, el presidente regional visitó al Tío Isidoro, el patriarca del Poblado. "Yo dicto aquí lo bueno y lo malo", espetó el anciano con su bastón de mando. Isidoro ofreció a Gallardón una lata de cerveza y a Gustavo Villapalos una litrona. Isidoro se mostró muy generoso: "Si quieren les aso ahora mismo un cordero". "No, buen hombre", contestó el presidente.

A diferencia de en casa de Tía Laura, en la vivienda de Isidoro se respiraba alegría. Se acababa de casar Carlos, de 16 años, uno de los hijos del patriarca "Yo me casé aún más joven, a los 13", indicó Isidoro. Cuando Gallardón abandonó la casa del patriarca le censuraron algunos jóvenes. "Le tenías que haber dicho que llevamos dos días aquí y que tenemos ya charcos, y que pasamos frío". "Es verdad", comentó Isidoro. "Ahora a solas le voy a contar algunas cosas".

Detrás del presidente regional, Juan, un vendedor ambulante, murmuraba: "Este barrio es una porquería. Pasamos frío y todo está sucio". "Los desagües no chupan, no tenemos baldosas en la acera". "Que nos den puestos en los mercadillos para vender", decían entre susurros los vecinos. Antes de marcharse, Ruiz-Gallardón asistió a un acto religioso. Ofició la ceremonia un sacerdote que pocos conocían. "Es que el capellán nuestro no ha venido en protesta por que nos han derribado la capilla", indicó un habitante.

Luego, Tito y Pichón, dos niños, le insistieron al presidente: "¡Que queremos un campo de fútbol!". "¡Y una guardería infantil y más actividades. sociales!"

Los moradores de La Celsa despidieron a Ruiz-Gallardón con una estruendosa rumba. Entonces, el presidente regional se calentó. Durante 30 segundos las cámaras captaron el zapateo de Gallardón, abrazado a una gitana. A las 13.30, justo una hora después de su llegada, el presidente regional dijo adiós mientras una niñita le decía: "Quédate, quédate".

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