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"No puedo romper nunca el secreto, ni siquiera en favor del Gobierno"

Miguel González

En el Ministerio de Defensa, las alegrías son efímeras. Gustavo Suárez Pertierra no pudo disfrutar ayer la sentencia del Tribunal de Conflictos sobre su contencioso con el juez Garzón. Menos de una hora después de conocerse el fallo que le daba la razón, se producía la muerte de Manuel Gutiérrez Mellado.El ministro acudió de inmediato al domicilio del militar, donde encontró a su viuda y sus hijos "muy afectados". Por la tarde, poco antes de dirigirse a la capilla ardiente, "instalada en el Cuartel General del Ejército, como su familia ha querido y él hubiera deseado", Suárez Pertierra confesó a EL PAÍS que, de vez en cuando, acudía al capitán general en busca de consejo sobre alguna cuestión relacionada con los ejércitos, recibiendo siempre una opinión, "desinteresada y muy ponderada".

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Pregunta. La sentencia del Tribunal de Conflictos ha sido una victoria del ministro de Defensa sobre el juez Garzón.

Respuesta. No me gustaría que fuera percibida así. Durante cinco meses, he tenido que explicar repetidamente cómo mi intención y la del Gobierno no era en absoluto obstruir la labor de la Justicia, sino cumplir la ley. Pero me parece que lo más importante de la sentencia es que pone de manifiesto que las instituciones funcionan. Después de siete requerimientos [del juez Garzón], creí necesario acudir a los mecanismos previstos en nuestro sistema jurídico para resolver las discrepancias entre el Poder Judicial y el Ejecutivo. La sentencia, aprobada por unanimidad, demuestra que esos mecanismos son suficientemente aptos para resolver los problemas que puedan plantearse. Que funcionan con rigor y seriedad.

P. El juez le acusó de pretender un fraude de ley y llegó a plantearse la posibilidad de imputarle un delito de falta de colaboración con la Justicia.

R. Sí, pero me encontraba en una situación sin salida. Me enfrentaba a una disyuntiva: o cometía un delito de falta de auxilio a la Justicia o cometía un delito de revelación de secretos. Era imposible que un sistema jurídico como el nuestro no tuviese salida para ese caso. Cometía delito con cualquier opción que hubiera tomado. Afortunadamente, nuestro sistema funciona y ha dado una solución al problema.

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P. ¿No permite la sentencia que haya zonas de impunidad?

R. En absoluto. Lo que sucede es que la investigación judicial debe seguir los procedimientos marcados por las leyes y una de esas leyes es la de Secretos Oficiales. Pero la misma sentencia menciona otros supuestos, como el secreto profesional de los funcionarios o de los ministros religiosos. Eso no quiere decir que el Gobierno no esté controlado. Lo controla el Parlamento. Ésta es la única excepción que prevé la ley de Secretos Oficiales. Y esta excepción la he practicado con rigor en una sesión de la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso que duró cinco horas, donde los parlamentarios tuvieron oportunidad de examinar los documentos. No hay falta de control ni tampoco impunidad.

P. La sentencia reconoce al Gobierno la facultad de clasificar documentos, pero también de desclasificarlos. ¿Cuál será su actitud si el juez le pide que desclasifique estos documentos?

R. El problema es que no se pueden hacer compartimentos estancos. No es posible separar los medios, las personas, los resultados de las investigaciones o los procedimientos que utilizan los servicios de inteligencia del Estado, que no del Gobierno. Como esto no es posible, en 1986, mucho antes de que se plantearan estas cuestiones, el Gobierno clasificó como secreto todo lo relacionado con el funcionamiento del Cesid.

Probablemente, para mí hubiera sido muy fácil revelar al juez y a la opinión pública determinados documentos que serían capaces de demostrar que algunas de las cosas que se han dicho no son exactas. Por ejemplo, podrían aclarar lo que significa "pte" [el ex agente Perote sostiene que esta abreviatura, que figura en uno de los documentos en litigio, significa "presidente"; mientras el ex director del Cesid, Emilio Alonso Manglano, asegura que quiere decir "pendiente"]. Creo que mi obligación, y así lo he practicado, es no romper el secreto, ni siquiera con aquellas cuestiones que pudieran favorecer al Gobierno.

P. No cabe, por tanto, desclasificar algunos documentos...

R. Creo que no es posible una desclasificación parcial. Todas las microfichas [que supuestamente sustrajo Perote], aunque tratan de temas muy variados, pueden poner de manifiesto algo que no resulta conveniente divulgar desde el punto de vista de la seguridad del Estado.

P. Mañana inicia su segunda visita a Bosnia, en vísperas de que los cascos azules españoles sean trasvasados a la OTAN.

R. Creo que es un momento adecuado para visitar a los todavía cascos azules españoles. Está próxima la Navidad. Pero, además, se avecina el cambio de misión y me interesa conocer la opinión de nuestros militares. Tengo intención de volver en enero, cuando se haya producido la transferencia a la OTAN, para conversar con las autoridades políticas [de Croacia, Bosnia y Serbia] y con los responsables de la operación. Las misiones de ayuda humanitaria que venimos realizando, que son múltiples, se van a cambiar por la interposición entre las partes y la garantía de que el plan de paz se cumple. Esto va a suponer un gran esfuerzo y no resultará fácil. Habrá dificultades, aunque contamos con una extraordinaria experiencia tras tres años en la zona.

P. Felipe González dijo, en su conferencia de prensa con Clinton, que España podría incrementar su contingente, si fuera necesario. ¿Habrá aumento?

R. No lo sabemos aún. El Gobierno decidió ofrecer para el plan de paz las mismas fuerzas en Tierra, Mar y Aire que tenemos trabajando para la ONU. Es verdad que, en la última reunión de Bruselas [de los ministros de la OTAN], se puso de manifiesto que probablemente habría que dotar con más efectivos a las fuerzas de paz. Pero aún no sabemos si será necesario que España incremente sus tropas y si podremos hacerlo o no. Sí quisiera decir una cosa. Para nosotros es muy importante la permanencia en Mostar. Es una zona que conocemos, donde nuestro militares son queridos por todas las partes y estamos desarrollando una gran labor. Es importante permanecer allí y también mantener una unidad propia, una brigada, dentro de la división francesa. Por eso hemos ofrecido un cuartel general, en el que se integrarían los efectivos españoles. Si para tener esa brigada española fuera necesario aumentar los efectivos, es posible que realizáramos un incremento que nunca sería exagerado.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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