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El Banco de Pagos exige duras medidas de control de riesgos a la bánca

Victoria Carvajal

El Banco Internacional de Pagos (BIS), quiere evitar a toda costa que se produzcan crisis como la del banco británico Barings, el japonés Daiwa o el mal trago de Bankers Trust, por el uso de arriesgados instrumentos financieros. Esta institución, con sede en la ciudad suiza de Basilea, insta a sus miembros (el llamado G-10, que agrupa a los bancos centrales de los países más industrializados del mundo) a que estrechen el control sobre los riesgos que asumen las entidades en los mercados financieros para evitar que se ponga en peligro el sistema bancario internacional.

España, aun no siendo miembro del Banco de Basilea, participa activamente en las reuniones de ésta institución y va, en algunos casos, más allá en los requisitos de solvencia establecidos por el BIS. Un portavoz del Banco de España declaró ayer que aunque el banco central no está obligado a asumir las recomendaciones de Basilea, comparte la inquietud de esta institución sobre el uso de derivados y ya se ha declarado partidaria de que las entidades financieras mejoren el control interno de los riesgos que asumen en los mercados.Frente a las pérdidas millonarias que registraron las entidades extranjeras anteriormente citadas, en su mayoría por la irresponsable gestión de un solo operador, en España se ha dado el caso de la Caja General de Granada. Esta entidad registró la primera pasada unas pérdidas de 6.700 millones de pesetas por el uso que hizo un solo empleado, de arriesgados instrumentos financieros similares a los derivados (contratos a futuro que apuestan por la dirección que va a tomar un índice de valores o el tipo de cambio de una moneda).

Sin manifestarse en ningún momento en contra de la utilización de estos instrumentos, el comité de supervisión del BIS considera que en la actualidad son insuficientes los mecanismos de medición de riesgo que recomendó en abril de 1903 a sus bancos centrales miembros (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá, Holanda, Bélgica, Suecia y Suiza). En su lugar, y tras constatar que la falta de control interno y la deficiente divulgación de datos han puesto en peligro la supervivencia de algunos importantes bancos, esta institución ha definido una serie de requisitos para asegurar que las entidades financieras internacionales tengan un nivel adecuado de prudencia, transparencia y cobertura de riesgos. Las recomendaciones, que exige que se apliquen como tarde a finales de 1997, son las siguientes:

Requisitos de calidad: el consejo de administración y la dirección deben estar activamente involucrados en el control y la evaluación de riesgos, el banco debe tener una unidad independiente de control de la posición de riesgo, la gestión de riesgos debe ser diaria, los controles internos sobre dicha gestión han de ser regulares.

Requisitos de cantidad: evaluar el posible colapso de los precios en un plazo mínimo de 10 días hábiles e incorporar al modelo una serie histórica de al menos un año. Los bancos tendrán más flexibilidad a la hora de fijar sus modelos de medición de riesgos, incluyendo la correlación de varios efectos que pueden influir en los riesgos asumidos.

Método conservador: el BIS reconoce que muchas entidades están innovando en sus mecanismos internos de supervisión, pero recomiendan que ante todo opten por el método de supervisión más conservador. Corresponde a las autoridades supervisoras (los bancos centrales) solicitar a las entidades una demostración de la efectividad del modelo elegido para evaluar el riesgo de sus carteras de inversión. El principio conservador es tanto mejor en estos casos por la alta volatilidad de los mercados que pueden dar la vuelta a las posiciones de riesgo asumidas.

Uso de un modelo interno: el punto de partida para evitar la asunción excesiva de riesgos. La evaluación de riesgo diario necesita estar respaldada por una solvencia suficiente que actúe como colchón en el caso de que se acumulen las pérdidas debido a un cambio adverso de las condiciones del mercado durante un tiempo prolongado. Las entidades financieras deben calcular el coste de un colapso de los precios sobre sus posiciones en el mercado por un mínimo de 10 días. A falta de un modelo interno, el banco central debe fijar un método estandarizado de medición de riesgos.

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