La Real de Irureta desquicia al Valencia
La tupida defensa desplegada por el equipo donostiarra triunfa en Mestalla
¿La mejor defensa es un buen ataque? ¿O el mejor ataque es una buena defensa? El caso es que la tupida defensa que implantó ayer Irureta en su estreno con la Real acabó por desquiciar al Valencia, que disparó a gol como nunca, pero no hubo forma de hallar las redes. Una exhibición valencianista de remates que quedó en nada. O en poco: el reconocimiento de su público, que, pese a la primera derrota en casa de su equipo, lo despidió entre aplausos. ¿Acaso se puede cambiar lo que está escrito?, pensó el hincha local, que en los últimos minutos se cansó de repetir: "No hay manera. No marcamos". A la Real, en cambio, le sirvió acumular hombres en su zaga para obtener tres inmerecidos puntos. Irureta tan sólo buscaba uno y a tal fin dibujó tan ultraconservador planteamiento.Las cartas sobre la mesa desde el inicio. La Real Sociedad no tenía más objetivo que el de defenderse. Y lo hizo por aglomeración, sin ningún pudor, con una densidad defensiva que parecía desterrada de la presente Liga. Como se ha incorporado tarde al campeonato, quizá Irureta no parece darse por aludido con la nueva puntuación que premia el descaro de los equipos visitantes.
La Real asumió hasta las últimas consecuencias su papel de foráneo en espera de una contra afortunada y recordó con su juego otros tiempos menos propicios para el fútbol. Al final, el conservadurismo del técnico tuvo el argumento del resultado.
Y el partido que nació claro y abierto fue oscureciendo con el paso del encuentro. Era el triunfo de los rechaces, patadones a seguir y faltas diversas desplegados por los donostiarras. Un planteamiento irritante para la calidad de Karpin o Idiakez, limitados a tareas de destrucción. El Valencia buscó con perseveracia el verde del césped entre un mar de piernas banquiazules.
Y lo halló en contadas ocasiones, siempre con Fernando como encargado de ejecutarlas. Pero el centrocampista valenciano se hallaba ayer metido en uno de esos días aciagos con el marco contrario. Efectuó hasta nueve disparos a puerta y los nueve se estrellaron en el frontón realista.
Un resultado digno de la desesperación en la que iban cayendo los delanteros locales. Como sucede en cada partido, casi de manera milimétrica, Luis saltó del banquillo a la media hora del mismo. Insistió en abrir el juego por las bandas, el único modo de encontrar un metro libre de hierba. Aunque no hubo manera.
Y llegó la contra afortunada para la Real. Pürk se plantó solo ante Zubizarreta (m. 42) y disparó flojo. Era el primer remate a gol de su equipo. El segundo se ría gol. Idiakez, que ya marcó la temporada pasada en Mestalla, volvió a hacerlo (m. 60) y a con firmar así su faceta de volante con llegada demoledora. Su cotización asciende cada día.
Pero no es que la Real hubiera cambiado de táctica. Si acaso se cargó de razón tras conseguir el gol para perseverar en el intento. El Valencia, por su parte, se había sumido en una especie de mal fario ante la meta de Alberto. Todo lo que lanzaba, y fue mucho, se escapaba por centímetros del objetivo del gol. En esa dialéctica se implicó de lleno Fernando, que seguía rematando al larguero, sobre algún defensa o al cuerpo de Alberto. Ni siquiera Mijatovic, con una de sus magistrales faltas, pudo romper el embrujo.
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