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"L" de libertad

En la sección de mujeres de la prisión de Carabanchel, 361 de un total cercano a las 700 sigue alguno de los cursos programados. Al igual que los varones, para estas reclusas la principal motivación es alejarse lo más posible del patio y las horas muertas, "si no haces nada estás dándole vueltas a la cabeza, y esto no es el Palace, es la cárcel", interviene una reclusa que sigue estudios de Graduado.Esta galería ha visto rota la monotonía de la rutina diaria desde que el pasado mes de octubre una de las profesoras, Choni Rivas Baltasar, recibiera el premio Miguel Hernández concedido por el MEC a proyectos innovadores. La responsable del proyecto Leer es libertad, que así se llama, lleva dos años experimentando un método de lectoescritura basado en artículos de la Constitución relativos a la libertad de las personas. "Me baso en la palabra libertad, en la Constitución, en los derechos de la Mujer y en su situación como reclusas para enseñarles a leery escribir. Me pareció importante por que la mayor parte de las internas analfabetas son gitanas, no tienen conocimiento de sus derechos como mujeres como personas, y con este método aprenden todo a la vez. Me satisface este premio, primero porque no lo busqué, y segundo porque, según han dicho, se valoró la calidad humana del mismo; pero lo que más me satisface es ver cómo estas mujeres llegan sin saber nada y cuando se van por lo menos se llevan una dosis de autoestima. Si esta no fuera una prisión preventiva estoy convencida de que aprendería a leer la mayoría, pero no es así, y luchamos contra el tiempo y las reglas penintenciarias. Esto es un grave problema.

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Leer la condena

"Yo le debo mucho a la señorita Choni", interviene una de las reclusas, "a la familia gitana no le preocupa que sus mujeres vayan a la escuela, con los varones es distinto porque ellos tienen que sacar el carné de conducir y necesitan leer y escribir, pero nosostras no. Eso está muy mal y tiene que cambiar"."Mire, gracias a esta clase yo puedo saber cuáles son mis derechos y, a lo mejor, cuando me llegue la condena la puedo leer", apostilla otra de las alumnas, también gitana. En el taller de Comunicación, un nutrido grupo de internas discute sobre el problema de la droga en prisión. "Es un asunto muy grave; hay droga en la cárcel y hay gente que llega co n un mono insoportable. Me parece que los presos drogodependientes deberían, ser tratados en otro tipo de centro, porque esta situación favorece el consumo de drogas dentro de la prisión", señala una enérgica mujer de apenas veinticinco años. La discusión continúa en un debate que coloca las cosas en su sitio: "esto es la cárcel, con sus celdas de castigo, con funcionarios mejores y peores, y con unos problemas que nadie quiere ver. Las que estamos aquí hemos cometido un delito, vale, pero somos personas. La única cosa buena que hay son los cursos y los talleres; lo único bueno que aprendes aquí".

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