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FÚTBOL DECIMOTERCERA JORNADA DE LIGA

El Tenerife indulta al valencia

Los valencianistas sólo opusieron orgullo a la mayor técnica tinerfeña

Será por inconsistencia o por el peso de la tradición, pero el Tenerife continúa sin ganar en Liga en Mestalla después de ocho partidos. Ayer tuvo una ocasión excelente. Jugó un gran fútbol en la primera mitad, pero se desvaneció de manera alarmante en la segunda. El Valencia, que fue aplastado en el primer acto, cogió aire con el pasó de los minutos y, al final, a punto estuvo de alcanzar el triunfo.El Tenerife pasó como una apisonadora por Mestalla en una primera parte primorosa. Se sabía que era un equipo ofensivo, pero la hinchada local desconocía hasta qué punto. Por ambos costados y por el centro al Valencia le entraba agua por todos lados. ¿De dónde salían tantos atacantes? Hasta cinco hombres llegaban con facilidad a la cocina de Zubizarreta, que se mostraba atónito ante la avalancha. Sustentado en la depurada técnica individual, el conjunto de Heynckes practicó un fútbol incontestable, con una facilidad asombrosa en la elaboración del juego. No había un jugador desequilibrante, había cinco: Aguilera (que entraba como un rayo por la derecha), Pizzi y Pinilla (como puntas), Robaina (de enlace entre líneas) y Vivar Dorado (magnífico en el pase largo como medio centro lanzador). La grada se llenó de ira y la lanzó sobre su desbordado equipo. En medio del desastre defensivo, tan sólo se salvó Otero, que con la camiseta desgarrada por el estirón de un contrario, recibió por su bravura los pocos aplausos de su público. No impidió, sin embargo, que Pizzi, un jugador que le queda el recelo de no triunfar en el Valencia, culminara su venganza, fue un trallazo en el que el delantero hispano-argentino puso todo el alma. Con la izquierda desde el, interior del área, emparedó a Zubizarreta (m. 20), Después anotó de nuevo.

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Luis saltó del banquillo en esos instantes, pero era un acto testimonial: no sabía cómo apagar tantos fuegos. Le quedaba la esperanza de que el Tenerife perdonaba mucho, demasiado como se observó en el trascurrir del encuentro.

El Valencia, por su parte, no existió en ataque. Heynckes desactivó a Mijatovic: le colocó a César Gómez sobre el cogote, y el montertegrino, sugestionado, por un esguince en la muñeca que le impedía caer al suelo, apenas entró en el partido. Gómez recurno a un sinfín de sutiles faltas para obtener la rendición de Mijatovic. La obtuvo hasta el tramo final del partido, cuando Mijatovic se olvidó de su brazo y volvió a brillar como acostumbra.

El Tenerife saltó reservón tras el descanso y le costó el empate. Este equipo es tan brillante en ataque como insolvente en defensa. Fue una vez más Gálvez quien decidió cargarse a sus espaldas todo el peso del Valencia. Primero marcó aprovechando un rebote (m. 47) y después lanzó una de sus descomunales carreras repletas de regates que culminó con el segundo tanto local (m. 55). Nació entonces otro partido. El Valencia por primera vez agarró el tono al encuentro: apeló a su orgullo para disipar progresivamente la superioridad técnica del Tenerife, que era ahora el que achicaba el agua. Al conjunto de Luis, sin embargo, le faltó tiempo.

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