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Reportaje:

'Seiscientos' en el diluvio

Viejos utilitarios desafían la lluvia y los kilómetros para reunirse en Leganés

Más de medio centenar de propietarios de vehículos Seat 600 demostraron ayer, al volante de sus coches, que nada puede frenarles. Un total de 52 de esas viejas glorias de la industria automovilística española acudieron ayer a la segunda concentración que organiza el Club de Amigos del 600 de Leganés (178.000 habitantes). Algunos vehículos, a pesar de la lluvia, el viento y el frío, habían arribado desde Barcelona, Murcia o La Coruña. Los seiscientos soportaron bien el diluvio.Diseminados por toda España, existen clubes similares al de Leganés que mantienen viva la llama de estos coches que en la década de los sesenta se convirtieron en una de las señas de identidad de la clase media. El club de Leganés tiene 80 socios. Este amor por los seiscientos lleva camino de convertir a los coches en verdaderas piezas de coleccionista. Ahora, por uno bien conservado se pagan hasta 600.000 pesetas, aparte del seguro y de las revisiones.

Todo este dinero lo dan por bien invertido. Después de muchos años, los seiscientos siguen funcionando igual que el primer día. "Es acogedor, fiable y tiene un diseño original; vamos, que es mejor que un Mercedes", asegura Jorge Gómez, un vecino de 25 años del municipio madrileño de Velilla de San Antonio.

Gómez ha conseguido que su hijo Jorge, con sólo seis meses, se convierta en el socio más joven del club de Leganés. El pequeño, que acompañó desde el asiento trasero a sus padres, participó en su primera prueba con tan sólo un mes y medio.

La media de antigüedad de los vehículos supera los 23 años. Los hay conservados tal y como salieron de fábrica, aunque la mayoría ha sufrido transformaciones, bien para mejorar su estética o bien para aumentar la potencia de su motor. Los que prefieren la estética los pintan de colores metalizadas o les tapizan los asientos. Los que fardan con la potencia los preparan para pruebas de rallies o montaña.

También los hay, como se vio ayer en Leganés, que ambientan la época en que los coches se hicieron famosos. Fue el caso de la familia del madrileño José Antonio Salas, que llegó a Leganés con la propulsión a chorro que le garantizaba el botijo y la cesta que llevaba en su baca. "Sólo nos falta la suegra", bromeó María, su esposa.

Las inclemencias meteorológicas obligaron a reducir las pruebas previstas por los organizadores de la concentración. En medio de la lluvia, los seiscientos se limitaron a realizar unas pruebas de habilidad y frenado.

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El presidente del Club Amigos del 600 de Leganés, Jesús González Malvar, se mostró satisfecho de la prueba, y de que la lluvia no pudiese con los viejos seiscientos.

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