El Gobierno de EE UU cierra mañana sus puertas y oficinas por falta de dinero
El Gobierno norteamericano cerrará mañana, martes, sus puertas por falta de dinero para su mantenimiento, a menos que un improbable acuerdo de última hora entre el Congreso y la Casa Blanca lo evite. El pulso entre demócratas y republicanos puede conducir esta misma semana a Estados Unidos a una situación más dramática todavía: la suspensión de pagos a sus acreedores. Ni el presidente Bill Clinton ni los líderes parlamentarios republicanos están dispuestos a ceder en sus posiciones sobre el presupuesto para resolver una situación en la que se juegan su futuro político.
Este pulso comienza a afectar a la imagen de este país como primera potencia económica del mundo. El presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich dijo ayer que el presidente Clinton tendría que suspender su viaje a Japón, que debe comenzar el próximo jueves. "Si el Gobierno está cerrado, no veo. como el presidente puede ir a Japón", afirmó. -El secretario del Tesoro, Robert Rubin, dijo que ese viaje, durante el que Clinton acudirá a una conferencia de la Asociación de Países del Pacífico y Asia y asistirá a una cumbre bilateral con Japón, es fundamental en la estrategia de apertura de mercados y creación de empleos.La Administración sabe que suspender ese viaje sería un síntoma extremadamente peligroso de la debilidad de Estados Unidos. Esa sensación empieza ya, a percibirse en Wall Street. El viernes pasado, la firma Standard and Poor's, que mide la solvencia financiera de los países, aseguró que la fe de los inversores en Estados Unidos. "ha disminuío ya en cierto grado" por culpa de las tensiones sobre el presupuesto, y advirtió que este país podría perder su privilegiado rating de triple A, si la situación no era resuelta pronto. Todo el mundo sabe, en Wall Street, por supuesto, que lo que está pasando responde únicamente a las tensiones políticas propias de la difíil precampaña electoral que se vive. De hecho, el momento econóico es excelente Pero esas tensiones, que se han, repetido en años anteriores, están provocando ahora un nivel de deterioro que no conoce precedentes. El cierre del Gobierno está obligado por la conclusión del plazo de extensión del presupuesto anterior y la falta de acuerdo sobre el próximo. 800.000 empleados públicos tendrían que regresar a sus casas después de presentarse mañana en las oficinas. Las necesidades fundamentales, como salud o correos, seguirían siendo atendidas. Esto ya había ocurrido en otras ocasiones. La última de ellas en 1990. Pero en ese año, el Gobierno -cerró en un puente festivo, por lo que su repercusión fue mínima. Ahora sería en el medio de una semana laboral, y no se sabe por cuánto tiempo. En esa misma semana, el Parlamento aprobará una ley para aumentar el techo de endeudamiento de la Administración. Este es el segundo y más grave problema al que se enfrenta la presidencia. La ley, tal como va a salir del Congreso, va a ser vetada por Clinton, según éste mismo ha anunciado. Por lo que el Gobierno se quedará sin dinero también para pagar las deudas pendientes. Esto ocurriría por primera vez en la historia. El próximo. miércoles, el Tesoro tiene que hacer frente al pago de 26.000 millones de dólares de intereses de bonos. Sin un acuerdo antes, Estados Unidos. no tiene dinero para satisfacer ese pago. Pero Robert Rubin ha anunciado que, en ese caso, recurrirá a un fondo especial a su disposición para obtener su cantidad. Eso salvará, por el momento, al Tesoro de la obligación de declararse insolvente, aunque no evita un fuerte daño de imagen ni resuelve el problema para futuros pagos. ¿Hasta dónde puede extenderse esta situación? La lógica hace pensar -que alguna solución tiene que encontrarse pronto. Pero lo cierto es que las posiciones están muy alejadas. El sábado, el presidente Clinton envió la su jefe de Gabinete, Leon Panetta a negociar con los líderes parlamentarios, y éstos ni siquiera quisieron recibirle.
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