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Hipotecas, mariposas, consoladores

Juan José Millás

El otro día, B. Höber y A. Jiménez, dos redactores de El País Madrid, nos explicaban un hecho portentoso: que la economía de los países del sureeste asiático influye en la cantidad de basura que hay en las calles de Madrid. La teoría del caos cabalga de nuevo, esta vez a lomos de los cartoneros, que, como no saben lo que es el índice Dow Jones, ni el síndrome de Down, ni los tipos de interés oficial, por no saber no saben ni lo que es el mercado continuo, no entienden los pobres por qué se enriquecen y arruinan sucesivamente sin ninguna explicación. Es decir, que un día les pagan el cartón a 25 pesetas el kilo y el siguiente! a cuatro. ¿Se ha vuelto loco el señor Jones? ¿Tiene todo esto algo que ver con la renta variable o quizá con el mercado AlAF de renta fija? ¿Habrán influido los fondos de inversión o los precios del seguro de cambio?Nada de eso. Lo que pasa es que a lo mejor en Corea se levantan innovadores los empresarios y deciden envolver en cartón los consoladores vibratorios que fabrican para el consumidor occidental, así que empiezan a comprar cartón como locos a todo el mundo, y_aquí los cartoneros se ven de pronto amontonando billetes sin haber llegado a estudiar qué es eso de la acumulación de capital. Ellos, como usted y como yo, ignoran para quién trabajan, pero se ha corrido la voz de que el cartón se paga a precio de oro, así que te ven con una carpeta debajo del brazo y te la arrancan.

O sea que, al día siguiente de que los coreanos decidan vendernos los consoladores en envases de cartón, los madrileños salimos a la calle a la hora de siempre y en lugar de abrirnos paso entre montañas de papel y cajas de embalar, nos encontramos con una ciudad limpia y tampoco sabemos si se debe a la posición de la peseta en el SME o a las opciones sobre el Ibex 35. Pues ni a una cosa ni a otra: se debe al cumplimiento de la teoría del caos, perfectamente resumida en aquella frase según la cual, si una mariposa mueve las alas en Hong Kong, llueve en la India. Fernando Colomo acaba de terminar una película titulada El efecto mariposa, donde seguramente nos lo explicará todo.

Entretanto, el suceso de los consoladores debería servir para que comprendiéramos de una vez por todas que el universo está sutilmente conectado. Del mismo modo que, cuando se constipa Estados Unidos, tose Europa, cuando usted tiene una fantasía sexual, se excita un australiano. No sabernos nada de nada. Yo dejé de fumar hace seis meses y continúo con los mismos síntomas catarrales que tenía entonces. No se lo he dicho a nadie, pero creo que es por culpa de una mujer de Sudán que se me aparece en sueños con un cigarrillo en la boca. Ya ven ustedes, ella fuma y yo tengo bronquitis. Esta idea es muy buena para volverse loco. Lo único que tiene usted que hacer es imaginar que cada movimiento suyo provoca una catástrofe en algún lugar alejado del planeta.

Piense, por ejemplo, que cuando se corta las uñas de los pies sube el precio de las materias primas en Chicago. De hecho,el aceite de soja estaba el otro día a 26,47, y al siguiente, después de que yo me afeitara (tenía ya una barba de tres días), se puso a 26,48. Y el aluminio, que el jueves se podía comprar en Nueva York a 1.675, el viernes, después de que me sacara una espinilla que llevaba alimentando desde el mes pasado, se puso a 1.672. A mucha gente le parecerá increíble, lo sé, pero ya me dirán si no es raro que Madrid esté más limpio a causa de que en Corea necesiten cartón.

Si fuéramos listos, lo que tendríamos que hacer es empezar a comprar como locos consoladores made in Corea. De ese modo, los coreanos necesitarían mucho cartón, así que el precio del papel se pondría por RAÚL las nubes. Seguramente, podríamos venderles el embalaje de los consoladores más, caro de lo que ellos nos venden los consoladores. Haríamos un negocio redondo y al mismo tiempo conseguiríamos que Madrid dejase de ser por fin una de las ciudades más su cias de Europa. Además, quién sabe si al utilizar el consoladador en nosotros no estaríamos dando alivio al mismo tiempo a una persona solitaria de los suburbios de Londres, por ejemplo. En el peor de los casos, lo más probable es que al utilizar el artefacto vibrador bajen los tipos. de interés y podamos pedir una hipoteca para comprar el piso de nuestros sueños. ¿Por qué no?

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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