Los más ahorradores del mundo

El ahorro personal de los chinos ha pasado de ser prácticamente inexistente en 1970 a alcanzar en 1994 los dos billones de yuanes (un yuan equivale a unas 15 pesetas). Esto les ha convertido en los mayores ahorradores del mundo, con un índice cercano al 40% del producto interior bruto (PIB), sólo superado por Singapur durante su época de expansión económica.Con una inflación que el año pasado se acercó al 25% y éste va por el 20%, aunque el crecimiento casi nulo de los dos últimos meses indica que ha sido dominada, la capacidad de ahorro de los chinos es muy alta para los bajos salarios que tienen. Además, en los últimos años se ha ampliado la zanja existente entre la población urbana y la campesina, cuyos salarios en la actualidad están en la relación de tres a uno.

Otro factor que debería haber frenado el ahorro son los intereses de los bancos, que hasta ahora han estado por debajo de la inflación. Al no estar regulada la banicarrota ni separada la banca comercial del banco del Estado, éste, el Banco Popular de China, no permitía una subida de intereses para no poner a muchas empresas en la disyuntiva de solicitar un nuevo crédito para pagar los intereses o tener que cerrar. Ambas reformas dan ahora sus primeros pasos, lo que supondrá un nuevo impulso al ahorro.

Según el Banco Mundial, al analizarse la renta per cápita de los países en desarrollo debe tenerse en cuenta la capacidad de compra, debido a la diferencia de precios existente con los países desarrollados. Así, la renta per cápita china, que en 1994 fue de 425 dólares (unas 53.000 pesetas), una vez ajustada alcanzó los 3.500 dólares.

Esta cantidad, aunque muy baja -sitúa a la República Popular entre los 35 países más pobres del mundo-, ha permitido a la población, además del ahorro, aumentar la capacidad de consumo. Precisamente ese consumo, que ha experimentado un crecimiento medio anual del 8,8% desde 1990, es uno de los grandes motores de la economía china y el principal foco de atención de los inversores extranjeros que miran a este país como un vasto mercado con 1.200 millones de consumidores potenciales. Para el Gobierno ese consumo es una importante baza a explotar frente a su rígida política de control de natalidad, que considera imprescindible para el desarrollo.