China prepara su economía para el siglo XXI
El Imperio del Centro vive el mayor periodo de expansión de su historia
ENVIADA ESPECIALLa economía china se encuentra en el mayor periodo de expansión de su historia. Concluido el octavo plan de desarrollo (1990-1995) con un crecimiento medio del 11,7%, los dirigentes han anunciado el nuevo plan quinquenal con el convencimiento de que el objetivo del crecimiento del PIB del 9%, al igual que en éste, será sobrepasado por la realidad de un país cuyo dinamismo parece imposible de frenar. Aprendidas las grandes reglas de la economía de mercado, como la separación entre la banca comercial y el banco del Estado, China se dispone a entrar con pie firme en el siglo XXI.
Este optimismo lo comparten sin duda los empresarios extranjeros que, especialmente desde 1.993, han aumentado extraordinariamente sus inversiones en China: 25.800 millones de dólares (unos 3,17 billones de pesetas) en 1993; en 1994 se alcanzaron los 30.000 millones de dólares, cantidad que supuso aproximadamente la mitad de todo lo que se invirtió en los países en vías de desarrollo, y este año el crecimiento de la inversión exterior supera el 15%. Este hecho ha permitido disparar las reservas en divisas de China a 70.000 millones de dólares.
Pero más importante que estas cifras, cuyo grueso corresponde a pequeñas compañías y empresas mixtas, es el claro empuje de las multinacionales por adquirir las grandes empresas estatales y participar en la tremenda tarea de establecer una infraestructura acorde al desarrollo del país. Según el ministro de Finanzas, Liu Zhongli, China necesitará al menos 500.000 millones de dólares en los próximos 10 años para infraestructuras.
Pero tan importante o más que este sector es el energético. El mes pasado Pekín abrió a las empresas extranjeras la explotación de las minas de carbón, la principal fuente de energía en China (71,6%), pero que al carecer, entre otras, de tecnología avanzada para su limpieza, es altamente contaminante. El Gobierno estudia también la posibilidad de aumentar la rentabilidad hasta un 22% de las inversiones extranjeras en energía eléctrica -ahora limitadas al 12%-15%- ante la acuciante demanda y el práctico agotamiento de estas reservas. La energía eléctrica creció el año pasado un 11%, pero si se tiene en cuenta que el incremento industrial rozó el 20%, se concluye que la falta de energía puede estrangular la expansión económica.
Entre las multinaciones ya asentadas destaca la norteamericana Motorola, que planea invertir 1.000 millones de dólares en los próximos cinco años para la fabricación de semicoriductores y electrodomésticos. General Motors se comprometió recientemente a invertir otros 1.000 millones de dólares para la fabricación conjunta con la principal empresa de automoción china. Ford y Mercedes Benz siguen igual mente compitiendo por la fabricación del llamado "coche chino del futuro". El mercado del automóvil es muy goloso. Las actuales ventas anuales de 450.000 unidades -250.000 son nacionales, procedentes de pequeñas fábricas conjuntas con Peugeot, Citroën, Volkswagen, Suzuki, Mazda y Daihatsu- serán en el 2002 de dos millones de vehículos.
Uno de los pilares de la ex pansión económica china es el comercio exterior, que en estos años ha crecido a una media del 18,1% en las exportaciones y del 21,3% en importaciones. Según Liang Youcai, economista del Centro de Información del Estado, en la actualidad las exportaciones de China suponen el 3% del total mundial. De acuerdo a las proyecciones de ese centro, las exportaciones chinas alcanzarán este año 155.000 millones de dólares, y las importaciones, una cantidad cercana a los 135.000 millones.
Pekín sabe que para mantener este equilibrio de su balanza comercial precisa impulsar considerablemente la calidad de sus productos, que hasta ahora deja mucho que desear, y mejorar la productividad de los trabajadores, una de las más bajas del mundo. En la mejora de la calidad, tiene un valor incalculable la importación de maquinaria y equipos para modernizar su producción. De hecho, toda la expansión de sus exportaciones desde 1992 se ha realizado con la producción de empresas mixtas chino-extranjeras y de inversiones extranjeras en su totalidad.
"Nos vamos a centrar en impulsar las importaciones de tecnología avanzada y equipamientos para mejorar la producción, los servicios y la calidad", asegura Zhang Wenyuan, subdirector del Departamento de Planificación y Finanzas del Ministerio de Cooperación Económica y Comercio Exterior.
Sin embargo, entre los inversores preocupa la decisión del Gobierno chino, aún no oficial, de acabar a partir del 1 de enero de 1996 con las exenciones de aranceles e IVA a las importaciones de maquinaria realizadas con créditos concesionales y a las realizadas por las empresas mixtas. "Uno de los grandes problemas de China es que tiene una recaudación bajísima. Es cierto que necesita urgentemente una imposición tributaria, pero la forma de empezarla no debería ser castigando al comercio exterior y las empresas mixtas", señala José Luis García Tapia, consejero comercial de España en Pekín.
Todos los analistas coinciden en que si Gobierno quiere acometer la privatización de las grandes empresas estatales antes de que las pérdidas de éstas frenen el crecimiento económico, tiene que imponer la nueva ley fiscal anunciada en enero. En junio pasado se dieron los primeros pasos para poner en práctica algunos puntos de esta reforma, como el impuesto sobre el valor añadido del 17% o la división de éste en un 75% para el Gobierno central y el resto para los gobiernos locales, pero falta por ver cómo se cumplen.
Una vez que el Estado tenga una base importante de ingresos podrá establecer un sistema de Seguridad Social y de desempleo que en cierta medida frene el descontento de los más de 100 millones de obreros que perderán sus empleos al privatizarse o reformarse las grandes empresas estatales para hacerlas productivas. "Aunque con el desinterés de los chinos hacia las empresas casi parece imposible aumentar la productividad, sin duda ayuda el que ahora todos te dicen que viven mejor que antes y que esperan vivir mejor mañana", señala García Tapia.
Según Zhu Rongji, el viceprimer ministro encargado de la economía, en 1994 sólo el 40% de las empresas estatales tuvo pérdidas, lo que significa una clara mejoría si se tiene en cuenta que en 1993 tuvo Pérdidas el 60% de ellas. Pero el sueño de los grandes inversores extranjeros está precisamente en este segmento de la economía china, aunque el Gobierno estudia excluirlos de los sectores estratégicos de la defensa y las telecomunicaciones
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