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Estrecheces en el más allá

Los 500 vecinos de Pezuela de las Torres carecen de hueco en el cementerio

Vicente González Olaya

Al cementerio de Pezuela de las Torres sólo le falta un cartel donde se lea "completo". El camposanto de esta localidad está tan repleto que carece de calles de separación entre los sepulcros: el Ayuntamiento las ha aprovechado para enterrar a los últimos fallecidos. El alcalde, Julián Fernández Larraya, del PP, reconoce que "ya no hay sitio para nadie más". "No tengo ni idea de dónde enterraremos al próximo, porque caber, lo que se dice caber, ya no entra ni un muerto más".En Pezuela (523 habitantes) viven 202 jubilados. El Ayuntamiento calcula que, además, otros 5.000 pezueleros que emigraron en los años sesenta también quieren ser enterrados en este pueblo. Las estadísticas cifran el número anual de óbitos en Pezuela entre 9 y 14 personas.

Debido a las estrecheces de este camposanto, cuando se entierra a un vecino, el féretro tiene que ser llevado en andas por encima de las tumbas hasta el hueco que le corresponde. "Y así hemos ido tirando los últimos años, pero ya no ha sitio para nadie más. Hemos enterrado padres, hijos, abuelos, bisabuelos y tíos juntos, para ahorrar espacio, pero esto no da más de sí", reconoce Fernández Larraya.

Esta curiosa situación tiene su origen en los errores sucesivos de varias corporaciones locales. Hace unos quince años, el Ayuntamiento construyó junto al cementerio un centenar de nichos "para ir tirando' , dice el actual alcalde. Sin embargo, pronto surgió un problema. Los nichos habían sido levantados sobre tierra de relleno y se resquebrajaron. (El cementerio se sitúa junto a un barranco). Se dejó de enterrar en los nichos por el riesgo "de derrumbamiento general".

En 1989 Pezuela pidió un préstamo de seis millones para ampliar el camposanto. El entonces alcalde gastó un millón y medio de pesetas en el proyecto. Cuando iba a comenzar las obras -mediados de 1991-, el pleno bloqueó el proyecto. "La oposición consideraba que las elecciones estaban muy cerca y que lo mejor era esperar. Todo quedó aparcado", recuerda el regidor.

El siguiente gobierno se dio cuenta de que los 4,5 millones de pesetas que quedaban eran insuficientes. "Las obras más baratas costaban unos veinte millones. A nadie se le ocurrió pedir lo que faltaba a la Comunidad. Creíamos que para eso no daban ayudas. No teníamos secretario", explica el alcalde Fernández Larraya. .El regidor está dispuesto ahora a hacer 30 tumbas de emergencia fuera del camposanto para "ir enterrando a los próximos", dice. "Pero hasta que la Comunidad no nos conceda una ayuda no podremos arreglar esta situación. ¿Y a ver qué hacemos hasta entonces?", termina.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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