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McRae amarga el triunfo de Sainz

Subaru apostó por el español para asegurarse el doblete y el escocés desafió el acuerdo

Ganó Sainz, ganó Subaru. Perdió el deporte, por culpa de McRae. El Rally de Cataluña se decidió de la manera más rocambolesca, mediante órdenes de equipo y en medio de discusiones. "No hemos dado la mejor de las imagenes", reconoció Carlos Sainz, vencedor de la prueba y nuevo líder del Mundial. Su compañero Colin McRae no acató la estrategia decidida la víspera por la escudería y dio un recital de pataleo a destiempo. Arriesgó para superar al bicampeón español cuando éste ya había aflojado su ritmo, consciente de que la carrera estaba decidida, y acabó cumpliendo el acuerdo de mala manera, a última hora. Entregó a su propietario, una victoria que no era suya.La sentencia del Rally Cataluña, más trascendental se fraguó el martes a última hora de la noche. David Richards, dueño de la escuadra Prodrive-Subaru, comunicó a sus pilotos que había tomado una decisión: la carrera terminaba allí. A Sainz, líder en aquel momento, le tocaba ganar, precisamente porque iba primero cuando se tenía que decidir la táctica de equipo. McRae, segundo a ocho segundos, debía aceptar ese destino en beneficio de la marca pues asegurando las dos primeras posiciones, Subaru pasaba a la cabeza del Mundial, el objetivo más preciado para las firmas japonesas. "Ese es el que me importa", les dijo Richards a sus pupilos.

Y así arrancó ayer el rally, dispuesto todo para un trámite de 125 kilómetros. Los 52 segundos de colchón de Sainz sobre Didier Auriol (Toyota), tercero, no garantizaban tranquilidad. Pero sólo aflojando un poco, prescindiendo del riesgo de una lucha fratricida, Sainz y McRae debían tener margen suficiente para cumplir y darle a Subaru el preciado uno y dos.

Otras ideas

Hasta ahí la teoría. En la cabeza de McRae viajaban otras ideas. Salió a por todas y recortó progresivamente su desventaja respecto a Sainz, que ya había levantado el pie del acelerador atendiendo al acuerdo de la noche anterior. Primero cuatro segundos, después uno, más allá dos. Y entonces pasó a encabezar el rally. Extraña actitud, a juicio de mucha gente. No tan sorprendente, en opinión de otros. El escocés podía querer ser líder y regalar luego el triunfo a Sainz. Cuestión de orgullo. Pero en un momento u otro se suponía que iba a aflojar por el pacto.

¡Qué va!, McRae siguió sumando segundos a su cuenta y entonces, antes de afrontar el último tramo, le espetó a Sainz: "No pienso parar". Y el madrileño se quedó boquiabierto. Volvió al coche y afrontó la parte final sin saber a qué atenerse. Cerca de él, los miembros del equipo intentaban convencer a McRae de que actuara como un caballero, de que aflojara al final lo suficiente para que el vencedor fuera Sainz, según el acuerdo.

Pero no lo hizo así. Estuvo a punto de atropellar a dos de los técnicos de Subaru que le indicaban cuánto, cuándo y dónde debía levantar el pie del acelerador.

No hizo caso y se mantuvo en sus trece. Y tras el último tramo cronometrado, cuando siempre se acostumbra a proclamar el ganador, el escocés rebelde seguía mandando en la clasificación. Ya nadie entendía nada.

Sólo quedaba una oportunidad: en el último control horario, a 100 metros del podio, McRae podía hacer penitencia y penalizar un minuto para cumplir su destino (la operación consiste en que el copiloto entregue el carnet de ruta un minuto más tarde de lo que le corresponde, tiempo que se añade a la clasificación). Esa situación le permitía mantener la diferencia con el tercero, que ya era el tercer hombre de Subaru (Piero Liatti) y no Auriol -enemigo de Sainz y McRae en el Mundial-, y que había sufrido un problema en la dirección asistida y se retrasó.

Empate a puntos

Pero ni así. Tampoco McRae quería someterse a la disciplina. Y tuvo que ser David Richards, el jefe, quien le convenciera tras una charla poco amigable, con Sainz como aturdido testigo a 20 metros. También el padre, ex piloto, y el copiloto le insistieron. Y McRae cedió y aceptó una situación que siempre estuvo clara para todos menos para él.

Sainz subió al podio como vencedor, con 51 segundos de ventaja, certificando un triunfo que había sido suyo desde la noche anterior y que sólo la inconsciencia y la rabieta de McRae habían puesto en peligro. Un triunfo que, pese a la amarga forma en que se produjo al final, significó mucho para el bicampeón español y para su marca. Subaru conquistó las tres primeras posiciones, pasó a encabezar el Mundial de constructores y sus dos pilotos se colocaron al frente de la clasificación de pilotos.

Sin embargo, unas horas después se conoció una noticia que ensombreció tamaño éxito. Los comisarios técnicos del rally descalificaron a Auriol, que había acabado cuarto, porque descubrieron una ilegalidad en el turbo de su coche. Con esto, Toyota perdió puntos en la general de marcas y Mitsubishi, tercera firma en discordia, aumentó su cuenta y desbancó a Subaru del liderato por dos puntos. La decisión de este prestigioso campeonato llegará en Inglaterra.

También la del Mundial de pilotos, por supuesto. Sainz y McRae afrontarán empatados, a 70 puntos, la última carrera de la temporada, el RAC Rally (del 19 al 22 de. noviembre). Prácticamente sólo uno de ellos puede ser cam peón, aunque Kankkunen también conserva opciones y las matemáticas conceden una posibilidad remota a Auriol. Esta vez la lucha será en casa de McRae, aunque tanto el escocés como Sainz tendrán las mismas posibilidades de ser campeones. Sin embargo, en el aire queda una pregunta: ¿Tendrá consecuencias lo ocurrido ayer? Mister David Richards tiene la respuesta.

Clasificación

1. Sainz-Moya (Subaru), 5h 05m 49s. 2. McRae-Ringer (Subaru), a 51s. 3. Liatti-Alessandrini (Subaru), a 1m 58s.

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