Carlos Sainz frena con la izquierda

Los secretos se acaban. Las recónditas oscuridades ya son pura luz. Hasta la entrepierna de un piloto el buen lugar para alojar una minicámara. Esto es matar la fantasía y la imaginación y abrir la puerta a la emulación: Sainz marcha a 180 por hora, usa botines con cordones, frena con la zurda al tiempo que acelera con la derecha; ¿el embrague? ni tocarlo, a menos que se corra grave peligro; las marchas se cambian acelerando. ¿Los precipicios que bordean la carretera? no existen: el. piloto sólo tiene ojos para la estrecha banda de asfalto que su coche devora; los suicidas espectadores son una mancha móvil en el paisaje.Las curvas son una voz cinco segundos antes. Donde no llegan las cámaras de Canal + -tres miniaturas en el Subaru, una grande en un helicóptero, unas cuantas fijas diseminadas por la carretera- llegan los micrófonos. La jadeante y monótona voz de Luis Moya: - "para derecha k se abre", "se cierra", "frena"-, una letanía sólo rota por el susto -"no, ay va"-, es la banda sonora de un piloto durante un tramo cronometrado. Los brrrrum y otros ruidos sólo se los traga el espectador; los rugientes caballos quedan para la literatura. El rally, visto así, resulta sin más un ejercicio físico de riesgo aparente con una componente de acrobacia y mucha ciencia.

Afortunadamente, la transmisión de Canal +, la primera en directo de un deporte que siempre ha andado quejándose de que la falta de cobertura televisiva frenaba su popularidad, ha sido revolucionaria pero, pese a todo, no exhaustiva. Algo tiene que masticar el espectador: Sainz no anduvo muy fino, cedió 11 segundos en un tramo de 24 kilómetros a Juha Kankkunen; la razon no se vio por la transmisión, la tuvo que explicar el piloto madrileño: "Tenía los neumáticos degradados, sin agarre". Al final, en lugar de conducir, que es lo que creíamos haber visto, había estado patinando.