Un desafío sólo deportivo
"El récord de la hora es un desafío puramente deportivo", dice Miguel Induráin. "Claro, que si genera dinero, está bien que me toque algo". El alcance económico del intento del ciclista navarro es real, pero secundario. El coste de la aventura no se puede calcular; los beneficios son secretos.Dentro de la niebla que envuelve el dinero. involucrado, los rumores se disparan. Hay quien dice -basándose en fuentes, que no puede identificar- que los derechos televisivos y los acuerdos publicitarios suponen unos ingresos de 1.600.000 dólares -unos 200 millones de pesetas- para Induráin y su equipo. Otros, con las mismas fuentes, tachan de tímidos a los primeros y hablan de 500 millones de pesetas. Ambas cifras las desmiente José Miguel Echávarri, cerebro de la operación, quien las tacha de exageradas.
"Si esto fuera puramente la explotación económica de Induráin, podríamos haber hecho prevalecer los intereses monetarios", explica Echávarri. "Podríamos haber elegido otra cadena de televisión, que nos había ofrecido más dinero, pero nos hemos quedado con Canal +, a pesar de ser codificado, porque eran los únicos que respetaban nuestras prioridades: nos permitían elegir la hora del récord y tenemos la seguridad de que no van a interrumpir la exhibición con anuncios publicitarios". Canal+ ya televisó el récord de Induráin el año pasado en Burdeos.
La modestia de Echávarri
Cuando Echávarri era joven visitó la catedral del ciclismo, la fábrica de Campagnolo en Vicenza (Italia). Sólo le faltó postrarse de rodillas ante tanta magnificencia. También visitó a Pinarello, el artesano de las bicicletas. A base de modestia y buenas palabras, logró que ambos se dignaran a proveer a su desconocido, entonces, equipo Reynolds. No podían pensar aquellos magnates de la construcción ciclista que sólo 15 años más tarde Echávarri les devolviera el favor por medio de los triunfos de Induráin. Aquella relación ha cambiado y hoy son Pinarello y Campagnolo quienes se arrodillan ante Induráin y se prestan entusiasmados a todas sus iniciativas. Esta relación de gratitud es la que hace imposible evaluar cuanto ha costado la Espada, por ejemplo. Toda su fabricación entra en función de intercambio de intereses. Habría sido imposible fabricarla de otra manera.
Ni siquiera puede saberse el valor de la combinación de maillot-culotte en una pieza que Induráin estrenó el viernes. Su fabricante, Nalini, habla de que sólo el tejido vale cuatro millones de pesetas. Es un tejido especial, que se piensa ideal para la altitud, del que un artesano suizo sólo ha elaborado 10 metros.
El orgullo de Nalini no tiene precio, pero tampoco se cree que el Banesto haya tenido que pagar por ello. Más publicidad sacará el fabricante.
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