'Festejos'
Varias muertes y otros desagradables incidentes menores acaecidos este verano -y todos los veranos- permiten algunas reflexiones sobre las corridas de toros, los encierros y otros festejos similares que me permito exponer.La mal llamada fiesta nacional no tiene más justificación que su carácter tradicional, algunas notas estéticas y constituir dudoso atractivo para cierta clase de turistas. En cambio, es un rito cruel, en el que un animal sufre, unas personas exponen su vida y se fomentan instintos primarios. Naturalmente, cabría hacer muchos más matices positivos y negativos, pero el balance es claro. Como español, no me siento orgulloso de que en nuestro territorio quede todavía esta reminiscencia de costumbres bárbaras.
Tal vez no sea momento para pensar en la prohibición de las corridas de toros, sobre todo de manera rápida y radical, pero bueno sería ir tomando posiciones hasta que se imponga el sentido común. Lo mismo que se estudia y trata de poner en práctica una reconversión de la minería, o de la construcción naval, o de la flota pesquera, o de la ganadería, podría analizarse la posibilidad de reconvertir las dehesas dedicadas a la cría de la ganadería brava en explotaciones agrícolas más productivas, dejar esta especie -creo que artificial- para parques zoológicos y transformar los cosos taurinos en lugares para espectáculos verdaderamente culturales.
Los encierros son otro atentado contra la lógica. Invito cordialmente a los pamplonicas y a otros ciudadanos a que busquen un festejo alternativo mucho más alegre y pacífico. El esfuerzo merecerá la pena y ahorrará unas cuantas decenas de vidas jóvenes durante los próximos veranos.-
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