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Tribuna
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Allez, Cantona

Santiago Segurola

El día que Eric Cantona desembarcó en el Leeds terminó la insularidad del fútbol inglés, metido durante décadas, en una campana hermética que ha amenazado su desarrollo. Aislado y ensimismado, el juego no ha conocido en Inglaterra los beneficios del mestizaje, de los provechosos resultados que provoca la mezcla de culturas e ideas. Los evidentes valores del fútbol británico (la generosidad, el arrojo, la vocación ofensiva) no han impedido un declive que le ha puesto al borde de la asfixia. Los rudimentarios elementos que le identifican (el pelotazo, la debilidad técnica y el sentido monocorde del juego) hacían necesario un rescate, el impacto de una idea novedosa que obligara a la reflexión. Esa necesidad se concretó en un jugador que llegó por una vía lateral, después de una tormentosa carrera en Francia: Cantona.Hubo extranjeros en Inglaterra antes de Cantona, pero ninguno ha tenido su repercusión, principalmente porque ninguno tenía ni el talento, ni la clase, ni el carácter del jugador francés, que se ha sobrepuesto a la rígida cultura futbolística de las Islas para dictar unas normas nuevas. Su breve paso por el Leeds y su clamorosa carrera en el Manchester United han cambiado la percepción que se tenía del juego en Inglaterra. Han visto a un futbolista diferente, que pregona un discurso situado en las antípodas del industrialismo inglés, que llena de color y sorpresa el juego. Y que desde ahí, gana.

Inglaterra tira ahora los sombreros al aire para saludar el regreso de Cantona tras la dura condena que ha sufrido por patear a un hincha del Crystal Palace. Su retorno se produjo ayer frente al Liverpool. Old Trafford se vistió de domingo para recibir a su héroe, al jugador decisivo en la regeneración del fútbol inglés. Nunca pudo sospechar el Manchester United la dependencia que tiene con Cantona. No sólo por su fútbol, sino también por su capacidad de sugestión sobre el público y los jugadores. Su retorno sobrepasó ayer el universo del fútbol para convertirse en un acontecimiento social. Cantona marcó un gol de penalti, dio el pase decisivo en el otro tanto y ofreció los destellos que le han hecho famoso. El empate a dos goles no impidió que Old Trafford festejara el partido con un entusiasmo incontenible. Si el fútbol tiene un perfil decididamente festivo, el regreso de Cantona es una apuesta definitiva por la felicidad.

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