Premio al más tenaz

El partido caminaba mansamente hacia el empate, el gol era pura utopía. El Fuenlabrada lo había intentado una y tra vez, por alto y por bajo, pero sus delanteros se habían calzado un zueco amorfo. La Peña de los Pajaritos seguía animando, y eso que su equipo, en él minuto 91, empataba a cero en casa después de haber desperdiciado cuatro oportunidades nítidas de gol, amén de otras cuatro no tan claras, pero ocasiones al cabo. Y entonces, como por arte de magia, se empezó a gestar una jugada cuya exquisita elaboración era un canto al gol. Tras tres toques de primera, Javi Gil, con el balón controlado, observaba el desmarque por la banda izquierda de Labella. Un envío preciso colocaba el esférico en la bota del extremo, que servía una asistencia de lujo al punto de penalti. Javi Sanz, segando el aire, entraba con fuerza y empujaba el balón. Era la recompensa al más tenaz. El premio caía del lado del único equipo que había acudido al choque con iritención de jugar al fútbol.La falta de acierto de la delantera fuenlabreña hasta ese momento fue notoria. El equipo de Fernando Sierra supo encontrar las fisuras en la ordenada defensa del Mosca, supo dibujar jugadas que colocaban el balón en el área chica. Pero el zueco aparecía una y otra vez. O el acierto de Emilio Álvarez, que también tuvo responsabilidad en el asunto. Y no es cuestión de que falte talento en la vanguardia del Fuenla: Cañizares, Labella y Peces poseen técnica y olfato. Les falló el último toque.

La victoria, en cualquier caso, cayó del lado del equipo ambicioso. El Mosca planteó el encuentro en clave defensiva y al final, de tanto guardar la ropa, encajó un gol que le dejó en cueros.