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Cuarto golpe en las Comoras del mercenario Denard

Enric González

El mercenario francés Bob Denard ha abandonado su retiro en una aldea de las Landas para dirigir su cuarto golpe de Estado en las islas Comoras, un pequeño archipiélago del océano índico que ha sufrido 17 intentonas golpistas desde 1975, año de su independencia. La situación era ayer confusa, pero se sabía que Denard y su puñado de hombres habían tomado como rehén al presidente, Mohamed Said Djohar, y que al menos (los personas murieron a tiros. La mayor parte del Gobierno, incluido el primer ministro, logró refugiarse en la Embajada de Francia en Moroni, la capital del país, y pidió a la antigua metrópoli una intervención militar. El Quai d'Orsay condenó la intentona.

Bob Denard, de 66 años, conocía bien las Comoras. Su primera aparición en el archipiélago se produjo en 1975, cuando, tras una larguísima carrera como mercenario en distintos países africanos, viajó a Moroni para derribar al presidente Ahmed Abdalah, que acababa de lograr la independencia de Francia. A Denard le gustó el archipiélago, y, aunque realizó trabajos en Angola (1975) y Rodesia (1977), estableció en Comoras su base para participar en sucesivas conspiraciones. Fallaron dos, pero triunfó la tercera: en mayo de 1978, expulsó de la presidencia a Alí Soilih (el hombre que le pagó en 1975) para devolver a palacio a Ahmed Abdalah. Soílih murió en circunstancias confusas y Denard fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas.Para adaptarse al cargo, el mercenario cambió el seudónimo Denard (su auténtico nombre es Gilbert Bourgeaud) por el de Said Mustafá Madjub. Cesó como general en jefe cinco meses más tarde, pero se mantuvo como jefe de la Guardia Presidencial, una tropa de 500 hombres bien equipados, entrenados por mercenarios franceses y belgas y pagados por el Gobierno surafricano. La Guardia Presidencial, mucho más poderosa que el Ejército regular, fue denunciada por Amnistía Internacional como responsable de numerosos asesinatos tras una serie de disturbios en 1987.

El presidente Abdallah murió en noviembre de 1989, asesinado por soldados de su guardia tras mantener una viva discusión con el propio Denard Mustafá. El mercenario fue procesado en Moroni por asesinato y declaró que no podía "negar toda participación", pero se le dejó escapar a Suráfrica. Desde allí se trasladó a Grayan-et-L'Hôspital, su aldea natal, en el suroeste francés, donde hasta se le suponía jubilado.

Su conocimiento de Moroni permitió a Denard y a sus hombres (una docena, según fuentes locales citadas por la agencia France Presse) tomar por dos veces la emisora de radio, donde se libraron encarnizados combates, conquistar el aeropuerto, lanzar un fuerte ataque contra la principal comisaría de policía y secuestrar al presidente Djohar en un cuartel cercano al palacio presidencial. Dos personas, aparentemente civiles, murieron bajo el fuego cruzado. Otro número indeterminado de personas sufrió heridas. La gran mayoría de los 300.000 habitantes de Gran Comor, la isla principal del archipiélago, se encerró en sus casas a la espera de la resolución de la crisis.

Historia de golpes

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"Es escandaloso y, si no fuera trágico, diría que es ridículo. Denard ya ha matado a dos de nuestros presidentes, y, como ahora tiene en sus manos al presidente Djohar, no podemos hacer nada. Denard se pasea por ahí con el coche presidencial y se burla de nosotros. Francia debe intervenir militarmente", declaró, muy exaltado, Said Alí Mohamed Allaoui, ministro del Interior, que se encontraba en París.

El ministro afirmó que la escolta personal del presidente, compuesta por tres oficiales franceses", había "fallado por completo", y añadió que Francia debía "reparar su error". El Ministerio de Exteriores precisó que el destacamento de gendarmes en la isla tenía órdenes de no implicarse en los acontecimientos.

Se ignoraba anoche por cuenta de quién actuaba Denard. El mercenario, nacido el 20 de enero de 1929, ex comando francés, ex policía marroquí y ex vendedor de electrodomésticos, famoso por su ferocidad en la guerra de Katanga (Zaire), condenado en 1.990 por un tribunal francés a cinco años de cárcel en suspenso por sus actividades en Benin, no fijó condiciones para liberar a Djohar.

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