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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un 'showman' en la política

Millón y medio de espectadores cruzan el Mississipi en las madrugadas de Tele 5

Manuel Rivas

El lunes, en el estreno del programa de Pepe Navarro (Tele 5, 23.35) se habló de un supuesto Doctor Infierno, empleado del cuartel de Intxaurrondo, que jugaba a la ruleta rusa poniendo un revólver en la sien de los detenidos. Al día siguiente acudieron dos genuinos jugadores de ruleta rusa, de los que lo hacen por amor al arte y sin paga estatal. Vivimos tiempos de emociones fuertes. Con una sesión de ruleta rusa, una dosis de Carrascal y una tinaja de tila, podemos dar gracias a Dios todas las noches. La imagen ligth de la España de los ochenta ha sido totalmente barrida.Y esto es lo que hay que decir, a primera vista, en favor de Esta noche... cruzamos el Mississipi. Se trata de una apuesta con cierto riesgo. A la pertinente pregunta, ¿qué hay de nuevo, viejo?, hay que responder que alguien se rompió la cabeza en algún eslabón de la cadena amiga para pergeñar un show informativo. Y no estamos muy acostumbrados a que la gente se juegue el pellejo en el establecimiento televisivo, dominado por el sindicato conformista.

Confieso que tenía a Pepe Navarro encuadrado en el círculo de las expectativas limitadas, sobre todo desde que azucaraba deprimentes galas comerciales y hacía un poco el ganso en el Juego de la oca. Pues no. El hombre volvió a nacer cual libélula de una larva en agua estancada.

Es excesiva la etiqueta que pregona de periodismo alternativo, pero por lo menos hay hambre de gol. Una de las ideas originales del programa son esas conexiones con el Vicente Calderón, con las estrellas del fútbol hispano intentado batir el récord de Lasa, el tanto a más de 60 metros. En directo y con tres citas semanales, lo que endurece la apuesta, Esta noche... tiene el formato de una revista abierta. En su primera tanda semanal se barajaron todos los géneros y se habló de Intxaurrondo pero también de los extraterrestre de RossweIl, salpicado todo con piezas cortas y viñetas de intención satírica. En el capítulo de ideas interesantes hay que incluir la figura del confidente, una especie de garganta profunda que introduce las cuestiones escabrosas de la actualidad. El peligro es que el atrevido cóctel se vuelva un popurrí. La identidad se basa en una estética y en este magazine hay una pugna todavía no resuelta entre el estilo Martini y la almohada cervical.

Lo que sí resulta alternativo es la curiosa forma, no se sabe si intencionada o inevitable, que tiene Pepe Navarro de adentrarse en la política. Su pose es la de uno de esos presuntos marcianos de Rosswell. Un showman autista. Su papel en el debate que organizó el miércoles entre portavoces del PSOE y el PP fue de antología. Parecía no enterarse de nada y entender menos, y eso que se estaba hablando del diluvio universal. Pero esa ignorancia puede ser tal vez lo que le granjee las simpatías del millón y medio de espectadores que le sigue cada noche.

Una confidencia final. Las conexiones en directo, tan escatimadas por la burocracia televisiva, pueden ser una baza fuerte de Navarro, pero siempre que no se estafe, como ocurrió el lunes con la engañosa noche de Almodóvar. Para jugar a la ruleta rusa hay que hacerlo con balas de verdad.

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