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La colaboración con el laborismo eclipsa el congreso de los liberales británicos

La sombra del Partido Laborista, con el que comparten buena parte de su ideario político, ha perseguido a los liberales demócratas durante su congreso anual, clausurado ayer en Glasgow. Una llamada a la colaboración entre ambos partidos lanzado por Tony Blair en vísperas del congreso, puso al líder liberal demócrata, Paddy Ashdown, en guardia y le llevó a pedir al partido rival que clarifique su programa antes de tenderles la mano.

No obstante, todo parece indicar que ambos partidos están a punto de iniciar contactos para discutir los aspectos esenciales de la reforma constitucional que ambos proponen.Aplastado por la envergadura de las dos grandes formaciones que polarizan la vida política británica, laboristas y conservadores, el Partido Liberal Demócrata, que cuenta con 100.000 afiliados, se debate en una angustiosa batalla por definir sus señas de identidad. De esa perversa tensión, que se refleja con frecuencia en las apocalípticas intervenciones de su líder, Paddy Ashdown, emanan algunas decisiones tan polémicas como la moción aprobada el miércoles para boicotear los productos franceses en protesta por las explosiones nucleares en Mururoa.

La moción, presentada por Peter Tyzack, levantó murmullos de desaprobación entre la plana mayor del partido que en señal de repulsa abandonó el estrado. Muchos diputados liberal demócratas no encuentran serias estas "veleidades izquierdosas", en un partido que, después de todo, es la tercera fuerza en el Parlamento de Westminster.

Una cosa es luchar por una "democracia robusta" como propuso ayer el líder del partido en Escocia, Jim Wallace, cuya intervención cerró el congreso, y otra es pretender que los ciudadanos dejen de comprar vino francés. Particularmente molesto debió sentirse el propio Ashdown que posee una casa en la Borgoña.

"Sistema podrido"

El líder liberal demócrata que pronunció el martes un durísimo discurso criticando a conservadores y laboristas, hizo hincapié en la necesidad de llevar a cabo profundos cambios en lo que definió como "nuestro podrido sistema político", causa, a su juicio, de la sucesión de fracasos que han venido afrontando los británicos durante los últimos cincuenta años.En esencia, la reforma constitucional que propugnan los liberal demócratas, -y por la que lucha la asociación apolítica Charter 88- incluye la redacción de un enunciado de derechos -del que carecen los ciudadanos británicos-, un cambio en el sistema electoral -en favor de la representación proporcional-, una reforma sustancial de la Cámara de los Lores y el establecimiento de asambleas regionales que descentralicen un Estado regido con mano férrea desde Londres.

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Nada diferente del ideario reformista que proponen los laborístas, aunque en los últimos tiempos parece haberse debilitado el impulso transformador de su líder, Tony Blair.

En cualquier caso, Charles Kennedy, antiguo presidente del Partido Liberal Demócrata, anunció el miércoles su buena disposición para encabezar una comisión de diputados que inicie un "diálogo práctico" según su propia terminología, con los laboristas.

En cuanto a la Unión Europea, los liberal demócratas se manifestarona favor de una política exterior y defensa europea comunes y de un referéndum para que los británicos se pronuncien sobre las reformas institucionales que debe adoptar la Conferencia Intergubernamental de 1996.

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