Los humos bajan

Estaba farruco el pueblo del sur de Madrid. Los aficionados del Leganés acudieron a ver a su equipo echados para adelante, como sacando pecho. La actitud tenía su justificación en la clasificación. En las dos anteriores campañas el Leganés miraba para abajo y no veía nada. O casi nada. Siempre ocupando las últimas posiciones. Pero este año el arranque había sido distinto. El Leganés se veía el sexto en la tabla después de dos jornadas y por debajo suyo se encontraban, entre otros muchos, el Logroñés, equipo que visitaba su campo. Se dejó el aficionado la modestia en casa y acudió al campo con cara de triunfo. Le entró el bajón muy rápido. Apenas en 20 minutos, cuando Manel anotó el primer tanto y bajo los humos al Leganés.Tampoco hay que dramatizar. Lo que hizo ayer el Logroñés no fue otro cosa que señalar el destino que le espera al equipo pepinero esta temporada: luchar hasta la última gota por la permanencia. Ese es el objetivo. Pero el Leganés sembró dudas ayer sobre la teoría que señala que este club ha cambiado, que no sólo apela a hacer kilómetros y a dar el patadón con en las dos anteriores temporadas. Contra el Almería y el Madrid B el Leganés dio otra imagen, llena de orden y de pinceladas de calidad. Ayer, sin embargo, miró hacia atrás.

Fue un choque de combate, donde la tosquedad y el maltrato al balón se impuso. El Logroñés hizo dos goles muy rápido y, cuando los locales acortaron distancias al comienzo del segundo tiempo y rondaban el empate, llamó al veterano y fornido Mino, que hasta ese momento calentaba banquillo, para que encabezara la cruzada defensiva. Tampoco hizo mucha falta. Hasta el último minuto, con cinco saques de esquina consecutivos, los locales no se acercaron con cierto peligro.