El Madrid redondea su triunfal pretomporada
Bajó del avión, pisó Madrid, y se puso a jugar al baloncesto. Keith Jennings, el almirante de Tenesse, un ex NBA, el jugador con el que Estudiantes trata de remediar con urgencia la epidemia que ha incapacitado temporalmente a todos sus bases, utilizó su primer día en España para impresionar al personal con la desproporción que existe entre sus reducidas dimensiones (170 centímetros de altura) y la calidad y espectacularidad de su juego. Unos apuntes los suyos, eso sí, que no sirvieron para frenar al Madrid, el vendaval del verano.
Han ganado los blancos las siete citas con las que se han cruzado en el verano. Lo han hecho con un aspecto bien distinto al que lucían hace unos meses. Sin Sabonis, al que supeditaban entonces todos sus planes, el Madrid se ha hecho otro equipo. Perdió el Madrid el juego interior, la batalla bajo los tableros, pero ganó la de sus alrededores.
Ahí, en las lejanías de la canasta, se ha encontrado el Madrid, un baloncestista fabuloso, Nikola Loncar. Tiene el serbio una muñeca prodigiosa, muy yugoslava. Terminó el torneo como mejor jugador del mismo y como máximo encestador.
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