Paquete

El pasado 4 de agosto nme dirigí a la estación de Chamartín para recoger unos, paquetes proceden tes de Estados Unidos. Correos, sección Aduana... Todo funcionaba a la perfección: empleados eficaces y amables. Ya salía yo toda oronda con mi cárrito cargado de voluminosos paquetes cuando caí en la cuenta de que en las inmediaciones no había una parada de taxis que, me permitiera regresar a "mis barrios" Es lógico me dije, se trata de una zona restringida, control aduanero. ¡Qué sé yo! Sin pro blemas: había visto una cabina, telefónica justo a la entrada de dicha sección,. llamaría a un radiotaxi y asunto solucionado. Grave error: la cabina no funcionaba. ¡Paciencia! Entré de nuevo y con mis mejores moda Jes pregunté por un teléfono. El empleado al que me. dirigí me contestó agriamente que los teléfonos que allí había eran de uso interno, que esperara, que ya vendría un taxi con algún pasaje ro y podría cogerlo. ¡No daba crédito, podía pasarme horas esperando! Indignada, pregunté si había algún empleado! de Telefónica para reparar él aparatito.¡Vaya pregunta más gilipollas¡ Por supuesto nadie tenía. ni idea, el empleado no estaba; en definitiva, no era asunto: de ellos. Así que, furiosa pero sonriendo, con ese sentido del humor que se me activa ante espectáculos grotescos, me dispuse a esperar,con mi carrito la llegada del tan ansiado taxi. Felizmente, un guardia de seguridad salió al cabo de, un rato y se ofreció amablemente a llamar desde otro lugar, no sé dónde. A los pocos minutos el taxi apareció y yo me fui mirando de soslayo el cárrito con el que ya me veía deambulando por toda la estación de Chamartín. Con esta carta no estoy culpabilizando a nadie que no tenga la culpa. Evidentemente los funcionaríos de Correos no la tienen; la Administración sí, que deja a los ciudadanos colgados en un servicio tan básico.- Carmen Blanco Cid. .