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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Voto en sangre

EL RECIENTE anuncio de que Argelia celebrará elecciones presidenciales directas en otoño no puede producir entusiasmo alguno en la maltratada población del País magrebí. El anuncio, fruto de una decisión unilateral del poder argelino y no de un consenso con la oposición, no ha logrado por supuesto poner freno a la violencia política que sacude Argelia desde 1992. Los militares y políticos que dirigen el régimen se aprestan a concederse legitimidad ante sí y sus interlocutores internacionales. Es difícil pensar que vaya a servir ni para lo uno ni para lo otro.Los candidatos sólo podrán presentarse si han obtenido 75.000 firmas de apoyo, Sólo los aspirantes vinculados al poder y los grandes partidos tradicionales de la oposición pueden satisfacer esa exigencia. La práctica totalidad de la oposición ya ha expresado su negativa a participar en el proceso. El Frente de Liberación Nacional (FLN) y el Frente de Fuerzas Socialistas (FFS), coautores, junto con el Frente Islámico de Salvación (FIS), deja propuesta de "contrato nacional" firmada el pasado enero en Roma y rechazada por el poder, afirman que sin diálogo previo entre todas las fuerzas para una convocatoria común de las mismas, estas elecciones son inviables o inútiles.

El jefe del Estado, el general Liamin Zerual, parece el principal promotor de esta iniciativa. Zerual afirma que "no es un final, sino el comienzo de un proceso repleto de desafíos". Aún no se sabe si el propio Zerual se presentará. En todo caso, y aunque el presidente. insista en que la puerta del diálogo nacional sigue abierta, la convocatoria electoral ha sido interpretada como un portazo a las negociaciones políticas por los firmantes del acuerdo de Roma.

El FLN y el FFS, partidos laicos, aseguran que no están garantizados ni la seguridad ni el carácter democrático de la cita. Anouar Haddam, portavoz del FIS en el exterior, ha anunciado que "los combatientes de la libertad, no permitirán la celebración de las elecciones". Y los terroristas del GIA prosiguen con sus atentados cotidianos.

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La población ha acogido el anuncio de los comicios con manifiesto temor a que su mayor e inmediato efecto sea incrementar los enfrentamientos entre los militares y los islamistas de los que ella es siempre víctima. Sólo una verdadera negociación con la oposición en las próximas semanas podría hacer de las elecciones algo más que un nuevo pretexto para la violencia. Y por desgracia, su mera convocatoria hace improbable el diálogo.

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