Indulto de penalti
DE PENALTI y en el último minuto consiguió la Liga del Fútbol Profesional hacer pasar su proyecto de rectificar la decisión de desterrar al Sevilla y Celta a Segunda B. Presionados por el hambre, e impresionados por las multitudes, los representantes de los clubes aprobaron por aclamación una salida que, si su pone salvar la emergencia, implica prolongar la pro visionalidad. Todavía no se sabe mediante que procedimiento de ascensos, descensos y promociones se pasará de la nueva Liga de 22 equipos a una de 20 den tro de tres años. Y, por supuesto, se abandona por el momento el proyecto de aprovechar la crisis para re formar la Liga en el sentido propugnado por la federación y los equipos más poderosos, que defienden un campeonato con 18 equipos.Algunas de las propuestas planteadas -y por ahora desechadas- para compensar a los clubes que pudieran verse perjudicados eran un puro disparate. La pretensión de rebajar el tipo aplicable de IVA, aumentar la participación en los beneficios de las quinielas y pedir ayudas especiales al Estado para subvenciones especiales a los equipos roza la desfachatez. En resumen, supone que, el intento de introducir responsabilidad en el mundo del fútbol se resuelva mediante el expediente de hacer pagar los platos rotos a los contribuyentes. Subir o bajar el IVA del fútbol y aumentar o disminuir el dinero de las quinielas destinado al deporte de base no son decisiones que puedan tomarse en función de los errores cometidos por directivos incompetentes. Si se tratase de eso, casi sena preferible volver a la decisión inicial y que cada palo aguantase su vela.
El debate de ayer demostró que otros asuntos, como el de la eventual ampliación de la Segunda División a dos grupos de 16 equipos, plantea más problemas de los que podría resolver. En resumen, la fórmula planteada estaba poco madura y acertaron los representantes más sensatos, que pidieron que la asamblea se limitara a aprobar una salida de emergencia al problema más urgente, el indulto del Celta y el Sevilla, condicionando a una discusión más reposada la resolución de las otras cuestiones suscitadas. El debate. sirvió también para comprender por qué algunas personas, algunas incluso con méritos en sus anteriores actividades, gastan tiempo y fortuna en ser directivos: se mueren por perorar interminablemente sobre cualquier cosa, y además, salir por la tele.
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