Arboricidas interesados
En la campaña gubernamental contra el fuego se nos insta a los ciudadanos a que no seamos descuidados o temerarios cuando nos encontremos entre árboles, vamos, que no, hagamos paellas o que no arrojemos colillas a los arbustos. Cuánto cinismo.Desde los medios de información nos cuentan de la existencia de obsesos pirómanos; uno se los imagina corriendo entre el follaje, enarbolando con fiereza la antorcha, mientras con ojos desorbitados buscan a través, de la fronda del bosque el árbol más grande para ser inmolado a su depravación e insania clorofobia. Seamos serios. Más que "medios de información" parecen ser "fines de desinformación" falseando u omitiendo -¿ignorancia?- la causa real de estos ígneos desastres. Por supuesto que puede iniciarse un fuego por el descuido de una quema de rastrojos, por la hoguera de unos campistas, o por la, chispa del vehículo que nos pasea por el monte, pero su incidencia es tan mínima que se podrían despreciar este tipo de causas. El fuego provocado por ellas -si se produjese- sería controlado con prontitud si de verdad existe la vigilancia adecuada y los medios humanos y materiales. Son fuegos localizados y localizables, generalmente, de fácil extinción.
Nos queda el malvado Nerón... o nerones conocedores del terreno que con premedita ción y alevosía peganfuego en una zona densamente arbolada, en puntos estratégicos, controlando viento y condiciones meteorológicas para que el incendio resulte lo más efectivo posible. Estos individuos no actúan por maldad o enajenación, lo hacen por unos intereses muy concretos y delimitados: son sicarios a sueldo de ciertas empresas interesadas, (no olvidemos que la madera del tronco de un árbol quemado -limpio de ramas y corteza- es aprovechable en un 95%), o ex retenes despechados por la pérdida de su trabajo/salario, o pastores resentidos contra el bosque (pi nos de ICONA), que desheredó sus ancestrales pastos coínuna les,... y todo esto es de sobra conocido por los vecinos de los pueblos de la España verde que apenas nos queda. Vayamos al cogollo de la cuestión y dejémonos de colillas incendiarias.-
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