Al asalto del trono

Los hombres más rápidos del mundo tensaron ayer sus músculos. Sólo fue una prueba. La primera, a las doce de la mañana; la segunda, tres horas más tarde. Ninguno mostró sus cartas, pero hubo uno que las perdió, Dennis Mitchell, el cuarto hombre más veloz que haya existido en la faz de la tierra -excluído Ben Johnson-, después de Burrell, Lewis y Christie. Fue eliminado porque, simplemente, se lesionó. Es decir, del cuarteto de privilegiados sólo queda uno en competición, Christie. Será el hombre a destronar. Candidatos no faltan. Varios corrieron más rápido que él.Mike Marsh, el estadounidense que no quiso mejorar en Barcelona-92 el récord del mundo más antiguo (200 metros, Mennea desde 1972), porque se paró en la meta para dosificar fuerzas ante la final, corrió ayer una de las eliminatorias de 100 metros en 10.03. Pero con las correcciones del viento resulta que Ato Boldon, un fornido ciudadano de Trinidad de 21 años, lo hizo aún mejor, porque tardó sólo una centésima más con un viento contrario de 0.5 metros por segundo, mientras que Marsh se lo encontró a favor de 2. 1. Ato Bolton, estudiante de sociología, vecino de Nueva York desde 1988 tras haber pasado por la factoría californiana de la Universidad de UCLA, se sintió sorprendido por su actuación.

Lindford Christie, mientras, no se inmutó ante los esfuerzos de quienes hoy le quieren enterrar. Ganó sus dos eliminatorias sin estruendo. Una con 10.26 segundos y otra con 10.15. Christie es un hombre capacitado para correr en una marca récord, pero jamás a destiempo. Por ejemplo, las siete veces que ha bajado de 10.00 segundos han sido en las grandes competiciones, y preferentemente en finales, nunca en las reuniones de verano. Ayer no había necesidad de probarse. Ya lo hizo en semanas anteriores y sus últimas cinco carreras han estado por debajo de las marcas que ayer acreditó.

Los dos canadienses que esta temporada han deslumbrado, Bailey -nacido en Jamaica, como Christie- y Surin, porque son los únicos que han recorrido los 100 metros en menos de 10 segundos, también optaron por la prudencia y realizaron unas marcas respectivas de 10.18 y 10.13 el uno y de 10.24 y 10.14 el otro. En cualquier caso se sintieron en la necesidad de correr más rápido que el campeón. Era lógico, por otra parte: debían demostrarse a sí mismos que pueden, por fin, ganarle.