DESAYUNO REAL
Despuntando el alba sobre la bahía de Palma, a las cinco y media de la madrugada de ayer, el Rey apareció en el bar del muelle de pescadores del puerto mallorquín. Don Juan Carlos y sus compañeros de la tripulación del velero Bribón venían de competir en la regata más larga y dura de la Copa del Rey, que duró unas 17 horas. Después de un frugal desayuno a las seis de la mañana en el bar Es Mollet: huevos con patatas regados con vino y un carajillo, todo pagado con dinero del bolsillo real, el Monarca quiso buscar la fortuna y compró para sí y los regatistas 2.000 pesetas de un número de la ONCE. Terminada la travesía, después de una noche en vela entre el viento y las olas, don Juan Carlos se mostró campechano y nada soñoliento. Saludó a la sorprendida clientela habitual del pesquero, dio la mano y dialogó con los armadores de barcas del bou y gamberas y besó a las pescaderas, que esperaban la apertura de la lonja.-
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