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CONMOCIÓN EN EL FÚTBOL ESPAÑOL

La noche se hizo larga

Pensé que eran los de "Inocente, inocente", dice el sevillista Jiménez

Luis Barbero

Nadie se lo creía. Tal es así que el capitán del Sevilla, Manolo Jiménez, recuerda, todavía atónito, cómo recibió la noticia de que su equipo tenía que jugar en la Segunda División B: "Pensé que eran los del programa Inocente, Inocente, que me estaban gastando una bromia. Me puse a mirar a todos los lados". Pero no, no había cámaras ocultas. La mala nueva iba en serio.La noticia, comunicada por Rosendo Cabezas, director deportivo del club, se fue extendiendo entre la estupefacción de los jugadores y el cuerpo técnico, que están concentrados en la localidad gaditana de Chiclana.

La noche se hizo larga, demasiado larga. La mayoría de los jugadores no pudo conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada, según el capitán del conjunto sevillista. Algunos ni siquiera pudieron dormir unos minutos. El despertar no fue mejor ayer. Lo que pareció inicialmente un camelo de un programa televisivo se confirmaba en su integridad: el Sevilla tenía que jugar en la Segunda B. Todos acudieron a los periódicos, principalmente a los deportivos.

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Ayer, los jugadores sólo pensaban en permanecer atentos a las noticias que les pudiese comunicar José María del Nido, vicepresidente del club. Jiménez, de todos modos, se agarraba ayer a cualquier clavo ardiendo y evocaba los motivos por los que su club debía permanecer entre los grandes del fútbol español: "El Sevilla es una institución y no puede bajar a Segunda B". Más tarde, esgrimió otros argumentos. "Tal y como está la situación económica en España, el descenso significa dejar en el paro a más de cien personas que mantienen a sus familia".

En nombre de toda la plantilla, el capitán sevillista quiso enviar un mensaje de cordura y lleno de lógica a los dirigentes de la Liga. "No sé mucho de leyes, pero el sentido común dice que Io que los jugadores del Sevilla han ganado en el terreno de juego no lo pueden perder en los despachos".Los rostros de la concentración sevillista, hospedada en el hotel Royal Andalus Golf, reflejaban ayer, incertidurribre e ínestabilidad, precisamente algo que quiere combatir el técnico portugués Toni, un hombre que derrama prudencia y serenidad. El entrenador sevillista, como medida provisional, hizo un entrenamiento matutino más suave que el habitual. Los jugadores fueron a comer a las 13. "Los rostros de los jugadores reflejan ansiedad y angustia por el presente y por el futuro. No es fácil abstenerse de lo que pasa", añadió Toni, que sólo rompió su mesura habitual para pedir al presidente del Sevilla, Luis Cuervas, para se acerque a la concentración para dar explicaciones a los jugadores. Y es que como decía ayer un camarero del hotel: "Los chicos están muy mal".

Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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