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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Taxis y calidad de servicios

Para conocer el estado de la calidad de los servicios en España, basta con tomar el primer taxi que se encuentra uno al llegar a la caótica cola del aeropuerto de Barajas. Una vez acomodado entre los andrajos del asiento de un vehículo que tiene el parabrisas semioculto por pegatinas de la ITV, tendrá que competir con el estruendo de las voces de Encarna para decirle al taxista la dirección deseada.Tras haber escupido por la ventanilla, el taxista empezara a maldecir su suerte por no haber cazado. un turista con destino al Parador Nacional de Toledo. Su mal humor se manifestará enseguida, como podrá comprobarse por el calibre de las blasfemias que profiere porque el de delante no ha puesto el intermitente para tomar la M-40.

El taxista español, especialmente el de las grandes ciudades, y más concretamente el de Madrid, desconoce absolutamente el carácter de servicio público de su actividad. Para él, el pasajero es ese intruso que se. mete en su coche por la puerta trasera y que se cree que. por las miserables monedas que paga tiene derecho a que el dueño del coche conozca las principales calles de la ciudad o se prive de fumarse un farias a las siete de la manana cuando el viajero va en ayunas a hacerse un análisis de sangre

El taxista de Madrid no se priva de nada. Pondrá Radio Olé a todo volumen, aunque desde el altavoz de la bandeja trasera, ese situado.en el cogote del pasajero, Juanito Valderrama y su coro de serafines estén a punto de romperle los tímpanos. Lanzará improperios contra el diputado que interviene en su insufrible aparato de radio, sin saber si usted simpatiza- con el partido del diputado o si es usted el propio diputado. Comentará a gritos desde su emisora -de radio-taxi, entre ruidos. infernales, lo ricas que están las mozas en verano o su negra suerte porque no le sale, una carrera decente. Y como despedida, tendrá usted una trifulca al pagar porque, naturalmente, el que tiene la obligación de tener cambio de 1.000pesetas es el que toma el taxi y no el que presta el servicio

La comparación con lo que pasa en cualquier país civilizado es dramática. Incluido Portugal, donde la mayoría de los taxis son unos magníficos Mercedes atendidos por amables profesionales. Cualquiera que haya viajado a Londres, por ejemplo, llegará a la cola de taxis del aeropuerto y comprobará en primer lugar el orden en la fluida cola, atendida por un agente municipal. El taxista -seco, pero correcto en general- se bajará del taxi para trasladar su equipaje al maletero, y se enterará perfectamente de la dirección ala que va el viajero, sin más comentarios. A continuación se sentará en un. confortabilísimo vehículo, nuevo y limpio como los. chorros del oro.

Desgraciadamente, creo que la deficiente calidad de este servicio público es una muestra, aunque exagerada, de la calidad de los servicios en nuestro país en general. Similares críticas cabría hacer a otros muchos servicios que desconocen la propia esencia. de su actividad. Pareciera como si en este país de hidalgos eso de servir no fuera con nosotros.-

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