Manuel Pareja Obregón,
genio y duende de las sevillanas
El compositor Manuel Pareja Obregón murió ayer en Sevilla a causa de una grave enfermedad que le ha tenido los dos últimos meses de su vida ingresado en el hospital Virgen del Rocío de la capital hispalense. Deja más de 3.000 obras, algunas tan famosas como Cantinero de Cuba, que interpretaron Sergio y Estíbaliz.Había nacido hace 62 años en Ginés, un pueblo sevillano que sabe mucho de la música de la tierra. Manuel Pareja Obregón era un hombre frágil, quizá porque hubiera en él más espíritu que materia terrenal.
Nieto del Espartero, hijo del marqués de Prado Castellanos, fue un hombre de arte en toda la extensión de la palabra. Pintor, escultor, músico. Sobre todo, músico. A México quisieron llevársele para que esculpiera cabezas de toros, paradas de bueyes con caballos, pero él no podía irse de su Sevilla. Había hecho de las sevillanas la más propia y peculiar forma comunicativa de su sentimiento. Fue pionero en el llamado boom de las sevillanas, que él componía e interpretaba al plano y cantaba con voz no brillante pero íntima, de raro encanto.
En esta era de las sevillanas, que abarca los años de mayor esplendor del género, el nombre de Manuel Pareja Obregón es fundamental. Cuando grupos y nombres sin cuento se subieron al carro del éxito fácil y rentable, este caballero, andaluz se mantuvo al margen del tumulto y siguió creando una música bella, sensible, delicada. Las sevillanas de Pareja Obregón, como toda su música, tienen poco que ver con un género que él contribuyó a popularizar de forma masiva, pero que, no supo llevar bien el éxito y casi acabó feneciendo a causa del mismo.
El legado musical que deja Manuel Pareja Obregón a su tierra será siempre un punto de referencia ineludible. Cuando Carlos Saura decidió hacer su espléndida película Sevillanas reservó un lugar para él, porque sabía, o intuía, que lo suyo era distinto pero infaltable, que este músico singular había mantenido orgullosamente su selIo personal en un género que, de tan manido, se había. convertido casi en un tormento para los buenos gustadores del mismo.
Ahora los sevillaneros de turno saldrán, seguro, con docenas de coplas cantando al hombre que supo entender y transmitir como nadie la belleza de una música emblemática para un pueblo y, pese a ello, maltratada por el éxito. Manuel Pareja Obregón merece, por lo menos, que quienes hablen de él y de su obra prescindan de los lugares comunes y los tópicos en los que él nunca tuvo la tentación de caer. Los restos del compositor serán incinerados hoy y se esparcirán por la aldea almonteña de El Rocío (Huelva).-
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