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TOUR 95

Indurain pasa revista a sus rivales

Pantani gana en los Pirineos y el líder aumenta su ventaja sobre Zülle y Jalabert

Luis Gómez

Ningún aspirante ha logrado consolidar un ataque al líder. Al Tour le falta una etapa, la reina de los Pirineos mañana (el Tourmalet y sus damas de honor), para decretar veredicto. E Induráin no ofrece resquicios. Su . comportamiento tiene un efecto demoledor sobre sus rivales, muy superior al propio goteo de segundos. La mayoría se ve obligada a operar según una estrategia de corto alcance: seguir la rueda del líder es la única garantía. Lo hizo Zülle y apuntaló su estancia en el podio. Lo consiguió a duras penas Riis y puede ver a Jalabert en el horizonte. La primera visita a los Pirineos no sirvió para otra cosa que alimentar el apetito de Pantani. Italia disfruta de un festín de victorias: seis en 14 etapas.Pantani se ha convertido en un aliado de Induráin porque sus ofensivas sirven para que el. líder pueda fabricarse un escenario. La candidatura de Pantani a la victoria en cualquier etapa montañosa es un elemento a tener en cuenta. Para empezar, Induráin sabe que el Carrera tendrá que hacer una parte del trabajo previo e impedir que ningún escapado se aleje del margen de cobertura de su líder. Chiappucci y compañía se encargan de sujetar las fugas hasta la base del puerto, una tarea que ya no tiene que hacer sólo Banesto.

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Luego, basta con interpretar los hábitos de caza de Pantani. Es un escalador de los que no suelen esperar demasiado, máxime si el terreno no es excesivamente duro. Los Pirineos recibieron al pelotón con niebla y frio, una demostración más de cómo el Tour somete a prueba a los ciclistas. Puestos sobre el escenario 40 kilómetros de carretera estrecha, piso mojado, pendientes medias y visibilidad mínima nadie podía sustraerse a la batalla. Pantani dio el pistoletazo.

Induráin maniobré como si estuviera haciendo un chequeo a sus rivales. Cuando obtuvo respuestas a todas sus preguntas tomó la decisión final. Induráin no movió un músculo tras el ataque de Pantani. Tanto es así que muchos interpretaron, a la vista del boquete que abrió el italiano, que podía pasar algún tipo de dificultad. Ahí estaba Induráin, quieto a rueda de Aparicio. Riis se puso nervioso y abandonó la compañía del grupo. Induráin quieto, a rueda de Aparicio. ¿Cómo interpretarlo? Jalabert no pudo más y se marchó entre el delirio general. "Induráin en dificultad", cantaba Radio Tour sin poner freno a su euforia. E Induráin quieto, a rueda de Aparicio.

Jalabert miraba hacia atrás y no parecía creérselo del todo. Su empeño en buscar la huella de Riis no iba por buen camino pero demostraba que no llegaba a entender lo que sucedía. Quedaban 30 kilómetros y si era cierto que Induráin lo estaba pasando mal, el Tour se le vestía de amarillo. Y el líder a rueda de su escudero.

Pocos repararon en que Induráin miraba de continuo a todas partes, hacia arriba y hacia atrás. Y un hombre en dificultad no mira a ningún sitio. Sencillamente, fija la vista en el vacío, a solas con su sufrimiento. Cuando Induráin mira, es que está calculando, examinando. Pasaba revista. A rueda de Aparicio, esperó a que Jalabert se rindiera. Primera respuesta almacenada. Y, en el momento preciso, de un golpe, acabó con la aventura de Riis. Radio Tour quedó en silencio. Un murmullo recorrió la sala de prensa. Induráin sabía en ese momento todo lo que tenía que saber. Riis y Jalabert, también: no daban para más.

A cinco kilómetro de la meta puso la firma. Sólo Zülle y Gotti lograron resistir ese ritmo. Y Zülle sin intentar nada raro, muy disciplinado, tras un único objetivo: haga lo que haga el equipo (la prensa francesa empieza a hablar de "guerra española" por la rivalidad ONCE-Banesto), él a rueda de Induráin. Y a su rueda, su resultado fue más sólido que el de Jalabert (51 segundos de retraso). Induráin había pasado revista a sus rivales vivos. Él es quien hace las preguntas en este Tour.

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