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Efervescencia en el Estrecho

Aumentan los magrebíes que llegan a España de manera ilegal y en seis meses han sido detenidos 431

Sopla un intenso levante y los molinos de viento de las colinas de Tarifa agitan sus aspas en un frenético ballet. Eso es bueno: los molinos están ahí para generar energía eléctrica. Pero diríase que la Unión Europea también los ha puesto para simbolizar la efervescencia de su principal frontera con África. A estas alturas de julio, sólo están parados en Algeciras los pescadores que esperan un acuerdo con Marruecos y los consignatarios que no reciben camiones desde el país magrebí. Todos los demás intercambios, legales o ilegales, de personas y mercancías con Gibraltar, Ceuta y Tánger van alcanzado su velocidad de crucero.Una espesa columna de sobrecargados coches y furgonetas avanza por los muelles del puerto de Algeciras y se va introduciendo en las inmensas bodegas de transbordadores de nombres prestigiosos como Ibn Batuta o Manuel Azaña. Lo hace a paso de tortuga, pero sin estancarse de forma dramática. Abderrahim y su familia han tardado menos de dos horas desde su llegada al puerto, al mediodía del domingo, hasta su entrada en el Ibn Batuta II. Poca cosa comparada con la paliza de un viaje iniciado en la noche del viernes en Bruselas, a 2.400 kilómetros de distancia. Los guardias civiles de la aduana, ocupados en controlar lo que de ilegal pueda venirles del otro lado del Estrecho, apenas tienen tiempo para compadecerse de la inmensa fatiga de los ocupantes magrebíes de esos vehículos con matrículas belgas, holandesas, alemanas y francesas y extrañarse de la pobreza de las cosas que transportan, como los montones de ruedas usadas de bicicleta. En este frente, el del salto veraniego hacia su tierra de los inmigrantes magrebíes en Europa, las cosas van bastante bien.

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Los pescadores de Algeciras están cumpliendo su promesa de no perturbar el embarque de esos trabajadores y sus familias. Hasta el momento, no se han materializado los temores expresados por funcionarios y medios de comunicación de Marruecos. Esa buena nueva, difundida por los propios inmigrantes, está haciendo que, tras un tímido comienzo, el flujo vaya recuperando la densidad de años pasados. Desde el 15 de junio y hasta el. pasado sábado, 151.182 pasajeros embarcaron en el puerto de Algeciras con destino a Ceuta o Tánger. Otros 31.526 lo hicieron en los de Málaga y Almería con destino a Melilla. Son 182.708 personas, el 12% menos que en el mismo periodo de 1994.

"En los primeras días de la operación Paso del Estrecho", dice Salvador Melero en el cuartel general algecireño de Protección Civil, "hubo un descenso importante en el número habitual de pasajeros, pero la situación se está normalizando y pensamos que el próximo fin de semana tendremos toda una avalancha". De hecho, el actual descenso del 12% no se explica tan sólo por el temor de los marroquíes a los pescadores. "lnfluye mucho", según Melero, "el cierre de la frontera entre Argelia y Marruecos. Los inmigrantes argelinos están navegando directamente hacia su país desde Alicante, Marsella o Génova".

Mientras los pescadores de Algeciras discuten si vuelven a la protesta activa contra la falta de acuerdo con el reino jerifiano, otros conflictos clásicos del Estrecho inquietan a las autoridades españolas en este primer tramo del verano. Para empezar, vuelve a ser importante el número de magrebíes y africanos que intentan atravesar sin visado esta puerta de Europa. Si 1992 fue el año de las pateras, los dos siguientes registraron un importante descenso en los intentos de penetración ilegal. Ahora, el flujo se espesa de nuevo. Algunos lo explican por una posible menor vigilancia, de las autoridades marroquíes en represalia por el mal momento de las relaciones con España. Otros creen que ello se debe principalmente a la crítica coyuntura económica y social del reino jerifiano.

En cualquier caso, los datos que maneja el teniente coronel Mariano Jorge en su despacho de la comandancia de la Guardia Civil de Algeciras son elocuentes. La Guardia Civil detuvo en la zona del Campo de Gibraltar a 1.565 ilegales en 1992, a 352 en 1993 y a 387 en 1994. Pues bien, tan sólo en los seis primeros meses de este año esa cifra ha alcanzado los 431 detenidos. De ellos, 279 marroquíes, 98 argelinos y 16 somalíes. Fueron capturados cuando llegaban en pateras, barcos de pesca o camiones. Para sorpresa de los guardias civiles de la aduana de Algeciras, Canto, un perro pastor alemán entrenado para la búsqueda de hachís, se ha especializado por su cuenta y riesgo en localizar a ilegales escondidos en furgonetas y camiones. El jueves, encontró a un marroquí camuflado en la lona superior de un transporte de mercancías. "Debe de oler el miedo de esa pobre gente", dice su cuidador.

Los guardacostas, helicópteros y patrullas terrestres de la Guardia Civil redoblaron ayer su vigilancia en las costas españolas. Amainado el viento de levante, cabía esperar salidas de pateras desde las playas marroquíes próximas a Ceuta, Tánger y Alcázar Seguer. Cada uno de sus ocupantes habrá pagado entre 60.000 y 100.000 pesetas por este peligroso viaje hacia el sueño de la libertad y la prosperidad.

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